Amor en pastillas

Yo participo

23•Dic•2024

Samuel, estaba muy triste en cuarentena. Además de no poder salir a jugar con sus amigos al parque, ahora le había aparecido una infección en la garganta que le producía fiebre, dolor y malestar general. Todos en la familia descansaron cuando el médico aseguró que lo que Samuel tenía era una infección y no Covid 19.

Con antibióticos, analgésicos y mucho amor, pronto se mejorará, dijo el doctor, y podrá regresar a sus clases virtuales. Samuel se alegró de no tener que estar en clase un par de días, ahora podría armar con sus papás el rompecabezas de 1000 piezas que le enviaron sus abuelos de cumpleaños. 

Aunque le dolía la garganta y sentía escalofríos,  armando el rompecabezas se sentía bien en general, excepto cuando tenía que tomarse las pastillas. Eran cuatro, sabían a zapato, decía,  además había una que era tan grande, que le hacía doler la garganta. Su mamá le decía que era un pequeño esfuerzo que debía hacer para mejorarse, pero el pequeño Samuel no quería ver esas pepas ni en pintura. Bueno, al menos eso pensaba.

Una noche, su papá trajo las cuatro pastillas que debía tomarse, ordenadas formando un animalito. Samuel sonrió. El papá le contó un mincuento sobre el “Triserabiótico”, un animal de otro planeta que si te lo comes te mejoras y encuentras más rápido la pieza del rompecabezas que estás buscando. Empieza por tomarte una pata, luego la otra, luego la cabeza y luego el tronco. Así lo hizo Samuel, un poco a regañadientes, pero a los pocos segundos siguió buscando piezas de su rompecabezas.

Ocho horas después su papá trajo las pastillas formando una cara. Puede ser la de John Lennon, o la de David Bowie, porque tiene un ojo de un color y otro de otro, dijo papá. Samuel volvió a sonreír. Primero se tomó los ojos, luego la boca y por último la nariz, que era la más grande. Al día siguiente, vino un trencito, luego una profesora hablándole a sus alumnos y luego un cohete.

El último día que tuvo que tomar sus antibióticos Samuel, le dijo sus papás que iba a extrañar las figuras y los cuentos. No te preocupes, dijo su papá, mañana haremos lo mismo con las habichuelas,  la zanahoria y el pepino.   

Por Fernando Escobar Borrero, escritor, conferencista y creativo. 

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