Una atleta paralímpica que también salva vidas como médica en Bogotá

9·MAR·2021
Paola Mosquera tuvo que aplazar su entrenamiento como atleta paralímpica para atender urgencias en un hospital de Ciudad Bolívar.
Paola atendiendo un paciente.
Paola vive con su mamá, dos gatos y un perro. Es amante de los animales y sueña con tener un refugio para mascotas. Foto: Prensa Subred Sur.

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Cuando Paola Mosquera tenía siete años, un trágico accidente cambió su vida y perdió una de sus piernas. Sin embargo, este no fue un impedimento para cumplir sus sueños. Hoy ejerce la medicina en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá, pero también ha representado a Colombia en natación como atleta paralímpica. Ella es una mujer valiente que se ve a sí misma como ejemplo para muchas niñas que quieren alcanzar sus sueños.

Desde una sala de urgencias en la Unidad de Servicios de Salud Jerusalén, un centro de atención ubicado en la zona alta de Ciudad Bolívar, día y noche se dedica a trabajar por la comunidad: “Es una zona compleja y hemos vivido noches en las que brota la violencia y toca correr de un lado a otro para atender a todos los pacientes”, cuenta esta médica que lleva años sirviendo en la capital.

Paola representó el país en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, en donde obtuvo una medalla de bronce. Posteriormente, en los Juegos Deportivos Paranacionales de Colombia, se llevó una medalla de oro. También tiene el orgullo de ostentar los récords nacionales en 50 metros libres, 100 metros libres y 400 metros libres en esta disciplina de alta competencia.

La llegada de la pandemia tuvo un costo adicional para ella: una pausa obligada en sus entrenamientos como nadadora profesional. Esta vez su prioridad fue salvar vidas y es una de los miles de profesionales en la primera línea de batalla contra el COVID-19.

Doctora Paola en prácticas deportivas.

“Han sido días difíciles atendiendo a la gente, siguiendo todos los protocolos de cuidado para proteger a mis pacientes y a mi familia”, asegura Paola, quien no muestra temor alguno por los riesgos que corre cumpliendo el juramento hipocrático en tiempos tan difíciles. Es justamente aquí donde confluye el heroísmo del deportista y la vocación del médico, en la pasión por su labor. Ese es el ingrediente secreto del buen trabajo y el buen resultado: cuando la emoción gobierna lo que con maestría se hace.

El 25 de febrero Paola recibió una de las vacunas contra el COVID-19 destinadas al personal de salud en la primera línea de la Subred Sur, un acontecimiento que no solo le aportó tranquilidad, sino que se convirtió en la afirmación de su compromiso. "Recibir la vacuna es un acto de responsabilidad no solo conmigo, sino con mis familiares y pacientes”, expresó con alegría por el que considera el primer paso para superar la pandemia.

La presión sobre el cuerpo médico ha sido inimaginable: su obligación es salvar el mayor número de vidas posibles, pero también mantenerse sanos, no solo por su vida y el importante papel que desempeñan en este momento para la sociedad, sino también por proteger a su familia.

Paola vive con su madre, a quien ha tenido que cuidar hasta del contacto con ella misma, y también con sus dos gatos y un perro que las acompañan. Justamente ese amor por los animales, ha hecho que entre sus planes esté fundar un refugio de mascotas.

Paola ejerciendo como médica.

Y es que el apoyo de la familia se traduce en las formas, en la manera como se apoya al que padece las angustias que a veces la vida impone con arbitrariedad. Su familia, al ver la pérdida de su pierna, le prometió un reemplazo que sería de la icónica muñeca Barbie. Así fue como esta valiente mujer, siendo todavía una niña, convirtió el recibimiento de su prótesis en un momento memorable que la llenó de felicidad. ¿Qué niña podría desanimarse si posee la extremidad de la muñeca que puede hacerlo todo?

“De mi trabajo lo que más me gusta es escuchar a las personas, tener la posibilidad de mejorar la calidad de vida de alguien, eso es bastante gratificante”, dice la doctora Mosquera, mientras espera la hora de volver a sus otras pasiones: la natación, la competencia y el deber patriótico de dejar el nombre de su país en lo más alto del podio. Desde la medicina, ya podemos afirmar que lo logró y que se llevó el oro con sus colegas.