Desde cargar y descargar camiones con pesados bultos, en medio de las frías madrugadas de Corabastos en el suroccidente bogotano, hasta vender pasteles, empanadas y tintos. Todo esto y mucho más ha hecho doña María Victoria Vega para criar con esmero a sus hijos y a los cuatro nietos que le dejó su hija, quien murió por una leucemia.
Un luto que ya había llevado su pequeño cuerpo cuando su esposo murió por un accidente y que sólo vino a fortalecer su carácter indomable y sus ganas de salir adelante, convirtiéndola en una mujer ejemplar que no se deja abatir ante las más duras circunstancias.
“He sido una luchadora y gracias a Dios he tenido la fortaleza de seguir adelante. Hoy Cristian tiene 15 años, Víctor 13, Briggite 12 y Julieth 6”, dice con una mirada cargada de orgullo esta mujer que, hace cuarenta y dos años llegó al sur de Bogotá desde las templadas tierras de Yacopí, en Cundinamarca, espantada por la pobreza y soñando con un futuro mejor para su familia.
Allí, en una de las montañas que circundan a Bogotá, en el barrio Arborizadora Alta de Ciudad Bolívar, la encontró la Tropa Social en uno de los recorridos que hace en las veinte localidades de la ciudad, buscando a mujeres que como ella han tenido que tomar las riendas de sus hogares.
“Estoy feliz con la Tropa Social. Gracias por estar pendientes de nosotras, tendrán una muy bella recompensa. Estoy muy agradecida con ustedes”, dijo en medio de la emoción, mientras contestaba a las preguntas de los profesionales que la indagaban para incluirla entre los beneficiarios de los servicios de la Secretaría de Integración Social, que busca solucionarles las dificultades más apremiantes a las familias vulnerables de la capital.
De acuerdo con la Secretaria de Integración Social, Xinia Navarro, “en especial, la Tropa Social se encuentra en búsqueda de hogares con jefatura femenina que tengan estas características. Según datos del Dane, para septiembre del 2020 la tasa nacional de desempleo femenino fue 22,8 % frente al 13,9 % del desempleo masculino, siendo esto una muestra de que la pobreza y las desigualdades sociales son mayores en las mujeres”.
Hoy la señora María tiene 57 años y padece una discapacidad visual, pero sigue sacando fuerzas para trabajar por sus nietos en la venta de productos lácteos, labor a la que se dedicó tras dejar de cargar los bultos por culpa de la lesión en un tobillo.
“Ellos son mi vida y en esta época navideña, así yo no estrene, mi meta es que ellos tengan la mejor Navidad. Desde que ellos tengan ropita y comida yo soy feliz”, dice con optimismo esta abuela que recibió la activación por bono canjeable y quedó incluida en la lista de transferencia monetaria con cooperación internacional. Este apoyo, sin duda, les traerá una luz de esperanza y una Navidad más tranquila y feliz, gracias al titánico trabajo de la Tropa Social que, al terminar el año, aspira a caracterizar a cerca de 104 mil hogares en toda la ciudad.