Los rostros del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez; del Premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos, y de Luis Carlos Galán, el desaparecido líder político, son solo algunos de los grandes personajes colombianos que como si fueran una foto en alta definición han brotado del lápiz, del carboncillo, que utiliza Jorge Alberto Herrera Cárdenas, para ganarse la vida desde hace un poco más de 50 años.
En seguida, el retrato de Luis Carlos Galán hecho por Jorge Herrera.
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Una perfección y una precisión en los trazos que hoy, a los 71 años, que el cáncer terminal de próstata no han podido opacar. Este cáncer lo tuvo contra las cuerdas en 2015 y la metástasis que llegó a sus huesos, debilitándolos, y quebrando sus caderas, lo obligó a movilizarse en una silla de ruedas eléctrica.
En esas circunstancias encontró la mano solidaria del Distrito que, por su condición de discapacidad, le entrega el apoyo alimentario a través de Integración Social, una de cuyas prioridades es aportar a la seguridad alimentaria de personas con discapacidad y cuidadoras(es), que, como don Jorge, viven situaciones de vulnerabilidad económica y social en Bogotá.
“Honestamente tengo que decirle gracias a Integración Social, porque por ellos recibo mis alimentos y gracias a la Secretaría de Salud que también ha estado atenta y me están atendiendo en el Instituto de Cancerología”, cuenta el pintor nacido en Bogotá el 21 de noviembre de 1950 y quien 13 años después tuvo que emigrar a Venezuela. “El tipo que vivía con mi mamá le daba muy mala vida. Yo me la pasaba en internados”, dice.
Fue dibujante de los presidentes de Venezuela
Su excursión en solitario lo llevó primero a Cúcuta desde donde viajó a Caracas. Por cosas de la vida terminó trabajando en la zona VIP del aeropuerto internacional de Maiquetía, en la capital venezolana, donde con el paso del tiempo recibió una especie de concesión.
“Hice diferentes oficios, pero lo mío era el dibujo. Yo llegué a ser el dibujante del doctor Carlos Andrés Pérez, del presidente Raúl Leoni, de varios presidentes en Venezuela, de ministros; incluso artistas también famosos como Juan Luis Guerra, el rey Juan Carlos de España y así muchas personalidades”.
Aquí, un retrato de Horacio Serpa hecho por Jorge Herrera.
Con la necesidad de mejorar cada día su técnica de dibujo, para estar a la par de los grandes maestros, continuó preparándose y la fidelidad de sus pinturas se fue reflejando en la prosperidad económica que lo acompañó largos años. La misma que le permitió enviar generosas ayudas a su familia en Colombia y en particular a su querida mamá.
Un cáncer de próstata lo dejó en silla de ruedas
Ese mundo ideal, rodeado del bienestar que producen el éxito y el dinero, empezó a desfigurarse cuando en 2009 le apareció el cáncer de próstata, que se convirtió en su calvario. “Duré, allá, un año tirado en una cama en el hospital para que me pudieran poner la prótesis porque no se conseguía”. Esa situación lo obligó a retornar a Colombia con 'una mano adelante y otra atrás'.
“Llegué a Colombia en el 2011 y por parte de la Secretaría de Salud me atendieron muy bien, tanto así que me ordenaron una sillita de ruedas eléctrica. Además, tenía problemas con la cédula y en todo eso me ayudó la secretaría y estoy muy agradecido con ellos”, recalca el artista.
En seguida, una foto del artista Jorge Alberto Herrera en su sitio de trabajo.
Después de un ganar un litigio – a su hermana y a un hijo- por una casa que en el barrio Las Ferias, en el occidente de Bogotá, le heredó su mamá, don Jorge prosiguió con su lucha para librarse del cáncer que lo afecta.
Un día, viajando en Transmilenio por la Caracas, hacia sus quimioterapias, vio un aviso que invitaba a sanarse cantando; actividad que se convirtió en un paliativo para esa etapa difícil y que, además de mejorar su genio, le permitió conocer, entre otros, al maestro Tony Córdoba, un compositor y músico de vieja data, al que también plasmó en uno de sus dibujos y con el que forjó una gran amistad.
Un retratista excelente y una voz como la de Pavarotti
“El cuadro que me hizo, me sorprendió muchísimo. Es un retratista excelente y una persona muy humilde, con una voz tan formidable, que donde ese señor tuviera la facilidad, de entonar o de afinar, sería una voz como la de Pavarotti”, cuenta el autor de más de 150 canciones, entre ellas el bambuco 'Cuando me acompaña un tiple'.
Otro ‘beneficiario’ de su arte y su generosidad al carboncillo fue el médico que recientemente lo operó de la próstata, al que le ‘pagó’ con su gratitud y un cuadro, que el galeno recibió con mucho aprecio. “Contentísimo. Como 10 veces me dio las gracias. Me dijo: 'Tienes un talento bonito'”, relata el artista que ya había tenido ‘expuesta’ su obra en la sala de cirugías del Instituto Cancerológico. “Un corazón de Jesús acompañó como 4 o 5 años a los pacientes hasta que dijeron que tenían que quitarlo de ahí”.
Por estos días, el pintor lidia con sus achaques y con la silla de ruedas, que está a punto de ‘sacar la mano’, por lo que está buscando ayuda, sin dejar de valorar el respaldo que le han brindado las entidades distritales.
Don Jorge suma resiliencia a su talento
“Don Jorge es un beneficiario, ejemplo de nuestro proyecto, siempre dispuesto acceder a los talleres y temas informativos. Su capacidad de resiliencia y su talento hacen de él un referente y siento mucha admiración por lo que hace, con la disciplina que lo ejecuta y la seriedad que tiene en las entregas”, sostiene Laura Ruiz, referente del proyecto Fortalecimiento de las Oportunidades de Inclusión de las Personas con Discapacidad y sus Cuidadores en la localidad de Engativá.
En seguida, una fotografía del artista Jorge Herrera al lado de la reverenda Sofía de la Fundación San Ezequiel Moreno.
Con esa fe inagotable, como su talento, Jorge Alberto Herrera continuará rodando por la vida, inmortalizando con su lápiz a los afortunados que se convierten en el objeto de su gran pasión, así “las enfermedades le estén pasando factura”.
Encuentra aquí, una galería de algunos de los dibujos de Jorge Herrera.