“Trabajar en lo que uno desea, en lo que uno ama es felicidad. Estar rodeados de gente maravillosa, que día a día aporta tantas cosas como compartir un tinto, una sonrisa, eso es maravilloso. La felicidad es la palabra que resume mi trabajo”: Julieth Piraquive
Julieth es una mujer boyacense de 32 años, trabajadora y amorosa. Madre de una hija de 10 años, esposa, amiga… y además presta sus servicios en la Unidad Administrativa Especial de Rehabilitación y Mantenimiento Vial de Bogotá desempeñándose como operadora de maquinarias pesadas.
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Desde hace cuatro años, Julieth se levanta a las 3 de la mañana para estar en la sede de producción entre 4 o 5 am. Se pone su overol, se dirige a la máquina; la que es su compañera del día a día, la que le da el pan. Revisa que todo se encuentre bien: las llantas, los niveles de aceite, el refrigerante, el engrase, se sube a ella y encomienda sus labores a Dios. Baja a planta, saluda a sus compañeros y se toma el primer tintico de la mañana que no puede faltar y listo está disponible para todo lo que hay que hacer.
Julieth anda de un lado al otro de Bogotá, transportando el asfalto y el concreto para el arreglo de la malla vial de la ciudad. Lo más difícil en su trabajo, cuenta, ha sido lograr mantenerse peinada. Ella, una mujer vanidosa, hace lo posible por mantenerse bien arreglada a pesar de la exigencia física de su oficio.
Mientras Julieth conduce su máquina de acero es muy frecuente que algún trabajador le diga: ¡Hey compañero!, imaginando que quien conduce es algún hombre fornido. Al encontrarse a esta mujer al volante se sorprenden pidiendo disculpas, cosa que a ella le causa mucha gracia.
A pesar de estos ‘chascos’, Julieth asegura que no se siente discriminada por sus compañeros. Siempre ha dicho que el machismo va en la cabeza de la mujer. Al contrario, dice que sus compañeros siempre están dispuestos en ayudarle cuando tienen que hacer alguna labor que necesite de mucha fuerza.
Ya son varias las mujeres que se dedican al oficio de Julieth, quienes durante el transcurso de sus vidas se dan cuenta realmente para lo que han nacido. Después de tocar un timón, de sentirse a cargo de un motor, saben que eso es lo que quieren. Cada día son más las que se arriesgan a hacer este tipo de labores y se esperan que sean muchas más las que se unan a esta pasión. En la UMV se hacen llamar las chicas de hierro o hermanitas de sangre hidráulica.
“Todos no estamos hechos para lo mismo. Hay mujeres que su misión es hacer cosas suaves y hay mujeres que somos un poco más bruscas, por decirlo así. Pero si algún día quieres hacer algo, arranca sin miedo, porque es precisamente eso es lo que muchas veces no nos deja actuar, dar el primer paso. Después de que des el primer paso y te des cuenta de lo que eres capaz, no hay nada que te frene”: Julieth Piraquive.
A su hija y sus sobrinas, Julieth les aconseja que si algún día tienen que decidir qué hacer, hagan lo que les guste, lo que aman lo que les apasiona, escojan algo que verdaderamente las llene. Que cuando se tengan que levantar cada día para salir a trabajar, lo hagan con tanto amor y tanta pasión que sientan que van a realizarse y a ser felices cada día y no por un sacrificio o simplemente porque toca para ganarse la vida.
Admira a su madre, a todas las mujeres de su familia que han sido trabajadoras. También admira a todas las mujeres que día a día salen a luchar a ganarse el pan para sus hijos, las que sin importar las adversidades están ahí y admiro a todas las mujeres que sobresalen en el mundo. Hay muchos hombres en cargos importantes, pero con el hecho de que llegue una mujer marca la diferencia, como Diana Muñoz, la gerente de producción donde trabaja o Claudia López, la alcaldesa de Bogotá, a quién también admira.