La Secretaría de Integración Social nos comparte la historia de Marisol Ariza Morales, una bailarina ‘Ángel Azul’ que pone a gozar con cumbia, bambuco, reggae y otros ritmos musicales a muchos habitantes y exhabitantes de calle.
Ellos buscan un cambio para sus vidas a través de los servicios recibidos en los centros de atención de la Secretaría Distrital de Integración Social.
Nacida en las hermosas tierras llaneras, su niñez la vivió en Flandes (Tolima), un lugar en donde la música y el folclor tradicional de esta región, corren por las venas de sus pobladores.
Sus años escolares estuvieron acompañados por la música y algunas presentaciones en las tradicionales ‘izadas’ de bandera en donde hacía gala al ritmo de las danzas típicas de nuestra Colombia ¡Tierra querida! Ese fue el punto de partida de una carrera que durante mucho tiempo Marisol vive y goza con vocación.
A la edad de 10 años, empezó a dar sus primeros ‘pinitos’ en la danza y el baile, formando parte de la agrupación ‘Sangre Latina’ muy conocida en Flandes. También hizo parte de ‘Colombia Vive’ un grupo de danzas en donde apenas con 16 años de edad, dio inicio a cientos de giras nacionales, presentándose en diferentes show, tarimas y festivales.
“La idea de estar en un escenario y los nervios que se viven en una tarima es lo que más me impulsa a bailar. Sonreír, escuchar la música de fondo, oír los aplausos y arengas en el escenario y alegrar a las personas es lo que me hace vibrar en la vida”, asegura Marisol.
Marisol llegó a Bogotá hace cinco años buscando nuevas oportunidades para su carrera artística.
Se vinculó a la Secretaría Distrital de Integración Social en el grupo artístico del Centro de Desarrollo de Capacidades y ahora es la bailarina ‘Ángel Azul’ que motiva a cientos y cientos de habitantes y exhabitantes de calle a danzar en esos nuevos caminos de alegría, lejos de las drogas y las calles.
Marisol, tiene una rutina diaria de enseñanzas y aprendizajes en talleres de danzas que ejecuta todos los días con los beneficiarios de los hogares de paso y comunidades vida.
Sus clases inician con acciones de reconocimiento del cuerpo, luego de un largo paso por las calles y el consumo de drogas, el cuerpo humano es uno de los más afectados. "Por ello es vital empezar a generar de nuevo amor, confianza y respeto a sí mismo", asegura Marisol.