El 16 de marzo de 2020, hace ya más de un largo año, Sonia Liliana Vivas, pudo recorrer por última vez el sendero que la llevaba, desde hacía diez años, desde su nido, como llama a su apartamento, hasta la sede D del Colegio Nuevo Horizonte, en Torca, en la zona rural de Usaquén, en el norte de Bogotá.
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Ese lunes, con un sol naciente y en medio de los cánticos de los pajaritos que habitualmente la acompañaban en su recorrido de unos diez minutos, a buena marcha, desde la Autopista norte con calle 222, hasta la carrera Séptima, que a esa altura de la ciudad ya va recostada contra el verde de las montañas tutelares, la profe Sonia no imaginaba el drástico cambio que muy pronto le llegaría a su vida.
Acostumbrada a vivir rodeada de la naturaleza que envuelve el colegio rural de Torca, enclavado en una zona de reserva natural, allí en la raíz de la montaña, con sus jardines, huertas y senderos naturales, la docente bogotana se convirtió en una damnificada más del encierro obligatorio que le trajo al país el virus de la COVID-19.
La profesora Sonia debió reacomodar su 'nido' en la ciudad
Entonces, esos espacios silenciosos del colegio y sus alrededores, que se prestaban para valorar lo que se tiene y disfrutar de esas experiencias, que en un contexto de ciudad son complicadas, debió trasladarlos a las cuatro paredes de su apartamento y organizar de una nueva manera ‘su nido’ para poder interactuar lo mejor posible con su esposo, también, maestro y su hijo Alejandro, todos obligados a conectarse diariamente a esa nueva realidad virtual. Una interacción y conexión nada fáciles.
“Son un montón de ritmos y rutinas que se transformaron por completo. Además, el hecho de que seamos dos profes, con un niño de 8 años, en clase virtual. Tres clases distintas al tiempo. Tres colegios distintos en un solo lugar. Eso marca unas diferencias abismales respecto a la forma en que uno tiene organizada su vida, y adicionalmente, otro, el de los espacios de trabajo”, dice con un tono de lamento.
Del 'aula abierta' al aula virtual
Las clases peripatéticas, inauguradas por Aristóteles en la antigua Grecia, que en el colegio de Torca se convirtieron en un modelo de 'aula abierta' en el que los alumnos aprendían recorriendo los diferentes espacios rurales de su privilegiado institución, tuvieron que enmarcarse en el display de un computador, en el mejor de los casos, o en el más pequeño, de los celulares.
Ella, acostumbrada al permanente contacto con el campo y lo rural, gracias a haberse criado en La Calera, donde descubrió muy pequeña su vocación como maestra, educando a sus pequeños hermanos, debió constreñirse ante las nuevas circunstancias dejando en un estrecho rincón de su memoria los espacios amplios del colegio Nuevo Horizonte, una de las 28 Instituciones Educativas Rurales que el Distrito tiene en ocho localidades de la ciudad: Suba, Ciudad Bolívar, Santa Fe, Usme, Sumapaz, Chapinero, San Cristóbal y Usaquén, donde se implementaron planes de mejoramiento de la calidad educativa y estrategias como Aprende en Casa con Maloka.
La pandemia incrementó las labores de la mujer
Un cambio de ritmos y rutinas que impone el entorno urbano, agravado por la pandemia, que vino a hacer más pesada la carga que siempre han tenido que asumir las mujeres en el hogar. Llámese mamá, tía, abuela, cada una de esas figuras femeninas tuvo una recarga excesiva en muchas de las funciones, empezando por todo lo que tiene que ver con el cuidado y manutención del hogar.
“Es estar de manera simultánea, haciendo clase y metiendo la ropa en la lavadora, imagínese las que no la tienen, y entonces, es como cruzar todo el tiempo la vida personal con la vida laboral”, sostiene al resaltar el papel de la mujer, de la que es aguerrida defensora.
Antes de la llegada de la pandemia iniciaba su horario laboral a las 6 y 30 de la mañana y salía a las 12 y 30 rumbo a su casa. Ahora, de acuerdo con las nuevas dinámicas, sus jornadas se han flexibilizado para facilitar el contacto, no solo con los alumnos, sino con sus padres, muy interesados en mantener la cordialidad y afectos que usaban en medio de la presencialidad.
La 'Torcartilla' para superar las brechas
“Es tener la casa en el trabajo y el trabajo en la casa”, agrega. Un trabajo para el que, con la nueva normalidad, se tuvo que adaptar, al lado de nueve de sus 18 compañeros docentes que comparten la responsabilidad de enseñar en su colegio. Por eso, para contrarrestar los problemas de la conectividad, acentuados por la ruralidad, se las ingeniaron para hacer la ‘Torcartilla’, una cartilla que les permitiría superar las brechas que trajo el aislamiento obligatorio.
“Ese material educativo tuvo unas características muy bonitas en todo su proceso de diseño, elaboración e implementación porque fue pensado exclusivamente para la comunidad educativa de la sede con las carencias que tenían”, cuenta orgullosa la docente. “Logramos articular tres volúmenes con una propuesta de innovación curricular para que no trabajáramos desde áreas, de la manera tradicional, sino desde ciclos, haciendo grupos de cursos con un plan de estudios basado en conceptos y no tanto en temas”.
El Nuevo Horizonte rural en el rango de la excelencia
Con el objetivo de reducir estas dificultades y superar esa brecha digital que se presenta en la ciudad, mediante la ‘Ruta 100K, conéctate y aprende’ la Secretaría de Educación avanza en la entrega de equipos y conectividad a internet a más de 100.000 estudiantes vulnerables. Estos dispositivos, se entregarán prioritariamente a estudiantes de establecimientos educativos rurales como los del Nuevo Horizonte que ha sido reconocido, los dos últimos años, por hacer parte del grupo de colegios que se encuentran dentro del rango de la excelencia.
Hoy la profe Sonia sueña con volver muy pronto a dejar su nido en la ciudad y recorrer ese sendero paradisíaco que la lleva al colegio donde ha sido muy feliz transmitiendo sus conocimientos a sus queridos y añorados alumnos, para de alguna manera recuperar el tiempo perdido y con unas narrativas más atractivas, no solo en lo visual sino en lo auditivo, dejar atrás ese virus que tocó todos los rincones del planeta, y “a todos nos dividió la vida en un antes y un después de la pandemia. Claro que sí”, concluye con una sonrisa cargada de optimismo y seguridad de que así será.