Juan Carlos Hoyos Martínez dice que nunca más grafiteará un monumento. Este joven ingresó a la Escuela Taller de Bogotá luego de cinco años como grafitero y ahora es un talento en formación del curso de Construcción y Restauración.
Este joven de 17 años, asegura que nunca volvería a hacer un grafiti. Las clases que recibe de Patrimonio y ser voluntario en la recuperación de espacios y monumentos históricos, le mostró las consecuencias que tienen estos actos.
“Con la Escuela Taller decidí dar mi primer paso. Estar aquí me motivó a continuar validando el bachillerato en el Colegio Camilo Torres”, cuenta Hoyos.
A pesar de las dificultades para estudiar, nunca ha dejado de insistir. Sale desde las 6:00 a.m. de su casa, en el barrio Diana Turbay, y llega casi a las 10:00 p.m. No se queda quieto en todo el día, pero ama lo que hace.
Una de las estrategias de esta fundación es formar estudiantes con capacidades útiles para el campo laboral y fundamentar la autoconciencia que incida positivamente en la sociedad.
Para Juan Carlos, la realización de estos grafitis implica menor dificultad que quitarlos. En las intervenciones como voluntario ha tenido que limpiar todo tipo de rayones y pese al esfuerzo, muchos no se pueden remover en su totalidad.
Incluso, ahora motiva a sus compañeros a que plasmen sus ideas en papeles y carpas que se puedan quitar y guardar sin maltratar las estructuras. Juan Carlos atribuye su comportamiento como grafitero a la falta de conocimiento y sentido de pertenencia por Bogotá
“Es muy fácil comprar un aerosol y pintar, pero al momento de quitarlos se invierte tiempo, dinero y mucha paciencia. Muchas personas trabajan en esto y puede ser desgastante”, reflexiona.
En el programa de Construcción y Restauración aprenden de todo. Desde la preparación de materiales hasta la elaboración de planos arquitectónicos y maquetas. Además, reciben clases de Ética y transformación del entorno.
Twitter: @ServiCiudadano
Facebook: Alcaldía Mayor de Bogotá
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27·SEP·2016
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