Honrar la memoria de las víctimas y respetarlas es el camino a la paz: alcaldesa

9·MAR·2020
Durante el evento, miembros del M-19 y del equipo negociador recordaron el momento en que el grupo guerrillero dejó las armas
Foto: Diego Bauman
Aniversario del acuerdo de paz con el M-19 y Séptima Papeleta

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En horas de la mañana, bajo un sol radiante en la Plaza de Bolívar, Bogotá y Claudia López conmemoraron 30 años de la firma del acuerdo de paz entre el Estado y el M-19 y el triunfo del movimiento estudiantil Séptima Papeleta.

Durante el emotivo evento, miembros del M-19 y del equipo negociador recordaron el momento en que el grupo guerrillero dejó las armas, y el triunfo de este movimiento estudiantil, hechos que se tradujeron en la Constitución de 1991.

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En el acto, llamado ‘30 años del paso a la paz’, se reconocieron los aportes de esa negociación y de la acción de la sociedad civil, a través del movimiento Séptima Papeleta, al proceso que desembocó en la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente y en la promulgación de la Constitución de 1991.

La alcaldesa Claudia López señaló durante la ceremonia que “honrar la memoria de las víctimas, reconocerlas, y respetarlas, es lo que necesita Colombia para continuar con el camino de la paz. Siempre se debe apreciar la valentía de las víctimas y de quienes dejaron las armas. Ellos no viven del resentimiento, sino de la reconciliación y la búsqueda de la verdad”

Además, la alcaldesa Claudia López resaltó que la paz siempre será el camino y que hoy el país refleja mucho menos violencia a comparación de épocas como los 80 y 90.

Sin embargo, insistió en la necesidad  de mantener el diálogo para continuar con una lucha política que defienda los mecanismos legales, derechos y deberes consagrados en la Constitución del 91.

La alcaldesa Claudia López exhibió tres lingotes de hierro en los que se convirtieron las armas del M-19 y con los cuales se hará un monumento artístico que recuerde al más exitoso proceso de paz de la historia del país.

Al acto asistieron figuras políticas como la representante a la Cámara María José Pizarro, hija del difunto líder Carlos Pizarro Leongómez, asesinado en 1990. La representante aseguró que “alzaremos la voz las veces que sea necesario para exigir la paz”.

Junto a ella también estuvo Antonio Navarro, exlíder del movimiento, e ícono de este acuerdo logrado, quien dijo: Estamos orgullosos de haber firmado aquel proceso de paz pese a la vil y cobarde agresión que terminó con el asesinato de Carlos Pizarro, aunque en honor a su palabra fue que tomamos la decisión. Ese proceso de hace 30 años no se compara con el actual proceso, cada uno tiene sus tiempos, etapas y condiciones, pero de algo estoy seguro y es que la Paz es el mejor camino”.

El representante del Gobierno Nacional durante del proceso de paz con el M-19, Rafael Pardo, expresó, en voz de su amigo y compañero Eduardo Díaz Uribe, que Hoy, 30 años después, el mejor homenaje que le podemos hacer a Pizarro y a quienes creemos en la paz es seguir creyendo en ella, porque esta implica el concurso de todos los ciudadanos, es apropiarnos de la democracia y la promulgación de los derechos. Es preservar la vida para que esta no siga siendo asesinada en primavera”.

De la misma forma, el evento estuvo acompañado de una exposición de fotografías alusivas a lo ocurrido hace 30 años, que se podrán apreciar en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y de una intervención musical por parte de Batier, exmiembro del extinto grupo armado en honor a este histórico acuerdo, así como del artista bogotano César López, quien cantó una canción compuesta especialmente para la ocasión.

En la ceremonia que también fue presidida por el alto consejero para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, Vladimir Rodríguez; el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad; y Vera Grave, exintegrante del M-19.

Hubo dos elementos que se llevaron la atención de los asistentes: el sombrero de Pizarro, quien para el importante momento de la historia fue llamado ciudadano, y la bandera de la capital firmada por los entonces guerrilleros en la cual fue entregada el arma que selló el pacto de esta emblemática desmovilización.