Los ciudadanos, ciudades y regiones somos los motores del cambio y la innovación

28·ABR·2022
La alcaldesa, Claudia López, entregó un discurso a miembros y directivos de la ONU, y demás presentes en reunión de alto nivel de Asamblea General de ONU.
Discurso de la alcaldesa, Claudia López, en Asamblea General de ONUFoto. Alcaldía de Bogotá
La alcaldesa, Claudia López, entregó un discurso durante la reunión de alto nivel convocada por la Asamblea General de ONU-Hábitat.

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La Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, fue invitada a llevar la vocería de los gobiernos locales y regionales que representan al Grupo de Trabajo Global en la reunión de alto nivel convocada por la Asamblea General de ONU-Hábitat. Este fue su discurso:

Estimado secretario general de la ONU, estimado director ejecutivo de ONU-Hábitat, estimado presidente de la Asamblea General, delegados y miembros de las Naciones Unidas, y miembros del Grupo de Trabajo Global y todos sus miembros, colegas de la sociedad civil, del mundo académico, y otros grupos de la Nueva Agenda Urbana.

La única manera de liderar es predicar con el ejemplo. Soy la primera mujer, una mujer diversa, hija de una maestra en llegar a la Alcaldía de Bogotá, Colombia, un país con 200 años de republicanismo y una ciudad con 30 años de gobiernos de elección popular.

Bogotá es una de las principales megaciudades del mundo, y como defensora, ciudadana y alcalde puedo dar fe de lo que sucede cuando integramos y ejecutamos seriamente el acuerdo climático de París, los ODS y la nueva agenda urbana en una ciudad.

Lo que sucede es que por primera vez en la historia de Bogotá y sus planes maestros, las áreas verdes ecológicas crecerán en un 30% en lugar de ser sistemáticamente reducidas y destruidas por la urbanización gris y expansiva.

Sucede es que el flujo de las aguas y las áreas de conservación guían el desarrollo urbano en lugar de ser subyugados por él. Lo que ocurre es que un plan urbanístico maestro concedió la mayor parte de la inversión y del espacio urbano a los peatones, a los ciclistas, a los corredores verdes y al transporte público limpio, en lugar de dárselo a los coches y a las avenidas.

Lo que sucede es que por primera vez es que en Bogotá, el género no es sólo una perspectiva, sino un verdadero Sistema de Cuidado, en el que la ciudad reconoce, reduce y redistribuye el trabajo de cuidado no remunerado que pesa sobre los hombros de 1,2 millones de mujeres, ofreciéndoles tiempo y servicios para respirar, educarse y trabajar para ser económicamente independientes, sacándolas de la pobreza.

Además, ocurre es que los hijos e hijas de estas mujeres están dejando de estar atrapados por las deudas y la frustración por una educación larga, cara y que no conduce a la felicidad y al trabajo, y ahora están empezando a recibir una educación más corta, flexible, pertinente y asequible para el mundo global, verde y digital en el que viven.

Eso es lo que está ocurriendo en Bogotá. Eso es lo que sucede cuando realmente integramos y ejecutamos las metas y agendas multilaterales establecidas en las Naciones Unidas. La acción empática, ética y colectiva es el ejemplo que necesitamos.

Como han señalado todos los estados nacionales que han intervenido en esta asamblea, nosotros, los ciudadanos, las ciudades y las regiones, somos los motores del cambio, del crecimiento, de la innovación y de la diversidad. Somos el hogar del 50% de la población mundial, y pronto de más del 70%. Somos el puente que hace posible un desarrollo rural y urbano inclusivo, empático y sostenible. Y lo que es más importante, somos el crisol que permite que surjan y existan valores, hábitos e instituciones democráticas.

Estimados estados de las Naciones Unidas, nosotros, los pueblos, nosotros los gobiernos locales y regionales, no sólo somos los primeros y más eficaces intervinientes en las emergencias, como el COVID-19, somos los artífices siempre de soluciones prácticas y factibles, y los ejecutores y realizadores de cualquier objetivo o plan acordado en cualquier escenario multilateral.

Ningún objetivo multilateral, ya sea el acuerdo climático de París, los ODS, la nueva agenda urbana o la paz mundial, se alcanzará en el siglo XXI sin integrar plenamente a los gobiernos locales y regionales en los escenarios multilaterales.

Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Nos encontramos en una situación similar a la que el mundo afrontó en la década de 1930. Nos enfrentamos a los retos que plantean las múltiples crisis mundiales, las pandemias, el desempleo, la agitación social y las amenazas de desmoronamiento de la democracia y la guerra.

¿Qué habrían hecho los gobiernos locales y nacionales a principios de la década de 1930 si hubieran sabido lo que le ocurriría al mundo apenas unos años después? Esta es la pregunta que debemos plantear y responder hoy.

El mundo de entonces tuvo que enfrentarse a los productos políticos de aquellas múltiples crisis globales, el fascismo, el nazismo y el comunismo, con el mayor invento tecnológico de su tiempo: la bomba atómica, que fue creada y utilizada por primera vez.

Hoy en día, existen esas y otras creaciones militares más avanzadas, pero sabemos que su uso conducirá al fin del planeta y de la humanidad. Por lo tanto, utilizar estos inventos tecnológicos para la destrucción no es una opción.

Necesitamos utilizar la ciencia, el conocimiento y la acción colectiva glocal para proteger las instituciones democráticas y multilaterales que nos permitan actuar con decisión y eficacia para prevenir y mitigar nuestros retos actuales: el cambio climático; las oportunidades de educación, el empleo, la seguridad local y la paz mundial. Los jóvenes, las mujeres y las familias del mundo no piden mucho más, pero tampoco se van a conformar con mucho menos: un medio ambiente sano, educación, empleo y una paz duradera. No es mucho; tenemos que ser capaces de garantizarlo.

Todos ustedes deben entender que los gobiernos locales son relevantes, no sólo por la pandemia, importamos, y estamos aquí sentados porque hemos sido los primeros en responder a todos los retos glocales: la pandemia, las crisis sociales, la protección de la democracia, el desarrollo sostenible y la prevención del cambio climático. Hemos venido no sólo a compartir este edificio sino a trabajar más estrechamente en esta Asamblea. Nosotros, la gente, nosotros los gobiernos locales y regionales, proponemos no sólo compartir ocasionalmente este edificio, sino formar parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de forma permanente.

No podemos permitir que el expansionismo violento se imponga de nuevo y se alce para engendrar más pobreza, desempleo, crisis sociales y añadir nuevos desafíos a la democracia mediante la violencia. Hoy es en Mariúpol, en Ucrania, pero mañana puede ser en cualquiera de nuestras ciudades o países.

Las Naciones Unidas deben garantizar hoy que se cumpla la misión para la que fueron creadas, la paz. Cuenten, sin duda alguna, con los gobiernos locales y regionales de todo el mundo para garantizar esta labor.

Este nuevo multilateralismo debe incluir a los gobiernos locales, regionales y nacionales. Tenemos que explicarle al mundo, a nuestros ciudadanos glocales y a toda la humanidad, nada más que cinco objetivos globales comunes: la paz glocal, la acción climática, el empleo, la educación y los cuidados. Estos son los temas clave desde el nivel local hasta el global para alcanzar una verdadera sostenibilidad social, democrática y medioambiental.

Gracias por la oportunidad de hablar hoy. Esperamos que se considere seriamente nuestra petición de estar representados como gobiernos locales en la Asamblea General y que quede clara la importancia de nuestro papel en la ejecución y garantía de la consecución de las agendas globales.

Se lo debemos a nuestras generaciones presentes y futuras: el momento de actuar, es ahora o ahora que juntos debemos asegurar que ningún ser humano y ningún lugar se quede atrás.