La historia de la localidad de Usaquén tiene su origen en un poblado indígena que durante mucho tiempo fue un pueblo independiente de la ciudad, caracterizado por tener un gran flujo de viajeros que se desplazaban entre esta última y el nororiente del país.
Su nombre se vincula directamente con la historia de aquella gran raza de nativos de Sudamérica, que se denominó chibcha, la más civilizada y numerosa de las que habitaron el territorio colombiano.
Este vocablo, Usaquén, tiene origen en una práctica de la religión chibcha, de inaudita crueldad, llevada a cabo por sus sacerdotes o zaques cuando se iba a construir una mansión señorial para su cacique o señor.
Cuentan las leyendas que estos indios, una vez abiertas las fosas en donde se había de enterrar los maderos o palos que sostendrían el nuevo edificio cacical, metían dentro de cada uno de estos hoyos una niña impúber y hermosa, ataviada con sus mejores galas y perteneciente a una familia notable de la tribu.
Luego los sacerdotes, dejaban caer de un golpe sobre cada una de aquellas cabezas inocentes el madero o palo que triturando huesos y haciendo de la carne una masa uniforme, penetraba en el hoyo; a continuación estas víctimas eran pisadas con tierra consumando así este sacrificio humano.
Se tenía la creencia de que la fortaleza y buena suerte de la edificación y sus moradores consistía en estar cimentada sobre carne y sangre humana.
Esta costumbre era propia de linajudos caciques, quienes gozaban del privilegio de vivir en mansiones cuyos mástiles de sostén guardaban bajo sus bases el cuerpo virginal de esas víctimas.
A esta última costumbre se le llamaba Usaque, que etimológicamente, según la lengua chibcha, quiere decir: usa, "debajo" y que, "palo o madero", cuyos significados unidos daría "debajo del palo".
El título de usaque, que entrañaba nobleza, linaje, honor y distinción, era concedido por el zipa o señor de Bacatá a los caciques de mejor prosapia en la aristocracia chibcha.
De esto se deduce que el cacique de la tribu que habitaba el cacicazgo, era uno de aquellos usaque, favoritos del gran zipa o señor de Bacatá, de quien sus súbditos tomaron el apelativo de usaques, ubicados en lo que hoy en día es la región de Usaquén.
En la época de la colonia, la región de Usaquén fue muy importante por estar establecida una tribu cuyos dominios abarcaban las tierras que hoy día llevan el nombre de La Calera, Chía y Guasca constituyéndose, además, en paso obligado hacia la ciudad de Tunja.
Se cree que por el año de 1539 los españoles, potentados amos del momento, dieron comienzo a la fundación de la población de Usaquén, denominándola Santa Bárbara de Usaquén.
Los años fueron pasando bajo la dominación ibérica; los chibchas, desposeídos de la tierra por la conquista, fueron entregados por la corona española en determinado número a cada conquistador, a modo de encomienda, quienes con fines nobles debían trabajar a cambio de instrucción y catecismo.
Pero estos encomenderos, olvidando lo prescrito por la Corte, los esclavizaron, los vejaron y los obligaron a oficios y fatigas que no soportaban los cuerpos de los indígenas acostumbrados a vivir en forma tranquila. Además, de la mezcla entre indígenas y españoles nació una nueva raza: la mestiza.
Hacia 1777, Usaquén fue desalojado y sus habitantes trasladados a Soacha, al suroccidente de la planicie, pues las autoridades españolas declararon extinta la zona, siendo poblada nuevamente con el transcurrir del tiempo; el proceso de poblamiento se caracterizó por la construcción de grandes haciendas especialmente de habitantes extranjeros.En la actualidad se observa que esas grandes haciendas, como Santa Ana y Santa Bárbara, se han convertido en grandes centros comerciales y viviendas de la clase social más alta de Bogotá.
En la actualidad se observa que esas grandes haciendas, como Santa Ana y Santa Bárbara, se han convertido en grandes centros comerciales y viviendas de la clase social más alta de Bogotá.
En la independencia, Usaquén fue célebre porque allí acamparon las tropas patriotas que actuaban al mando del general francés Miguel Servíez, al servicio de la causa americana y su segundo jefe el entonces coronel Francisco de Paula Santander.
Después de la acción de las tropas de la unión, en el páramo de Cachirí (Santander) en marzo de 1816, el ejército patriota nuevamente organizado fue puesto bajo el cuidado y pericia del general Servíez y su coronel Francisco de Paula Santander.
El ejército patriota, que continuaba atravesando por una situación desesperada, venía en retirada desde Chiquinquirá, por Chocontá, Zipaquirá, Chía y Usaquén, acampando en esta última población.
El general Servíez y el coronel Santander, junto con dos mil hombres, salieron en retirada el 5 de marzo de 1816 del pueblo de Usaquén a los llanos orientales pasando por la capital; llevaban la virgen de Chiquinquirá, venerada imagen que traían desde dicha población.
Al día siguiente, el 6 de marzo, pasaron por Usaquén las tropas reales que ocuparon a Santafé.
En la época de la república, el hecho más notorio sucedido en Usaquén tuvo lugar durante la guerra civil de 1860.
En esa época, era presidente de la Confederación Granadina Mariano Ospina Rodríguez; el general Tomás Cipriano de Mosquera, presidente del estado federal del Cauca; el 8 de mayo de 1860, declaraba la soberanía de su estado y cortaba sus relaciones con el gobierno de la Confederación.
En la región de Usaquén se dieron los sangrientos combates del 12 y 13 de junio de 1861, entre tropas legítimas del gobierno acantonadas en el Chicó y las tropas revolucionarias del general Mosquera, al mando del general Santos Gutiérrez; acantonadas en las haciendas de Santa Bárbara y Santa Ana, las fuerzas legítimas no pudieron resistir el empuje de las fuerzas rebeldes del sur y del norte.
El general Mosquera ganó la revolución y asumió el gobierno, terminando con los hechos de armas de Usaquén.
Desde ese tiempo, la población ha venido creciendo; las grandes haciendas de Santa Bárbara y Santa Ana, de los que mucho después tomaron su nombre los principales barrios de la localidad, dieron cabida a nuevas casas de propiedad de personas de alta alcurnia, quienes tenían la capacidad de pagar por dichas tierras. Se convirtió en el lugar de recreo y paseo de los bogotanos de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte.
Fue constituido en un barrio de Bogotá en 1954. Por esa época, la ciudad, que se había desarrollado urbanísticamente en el marco de la plaza de Bolívar, se extendió a Teusaquillo y Chapinero, alcanzando lentamente a Usaquén, que en 1987 fue declarado monumento nacional.
La localidad ha venido presentando un notable crecimiento demográfico, proveniente tanto de población nativa de otras regiones del país como de otras zonas de la ciudad.
Relacionados con esta situación, se evidencian dos fenómenos: el asentamiento de una importante franja de población en viviendas no legalizadas, correspondientes a los estratos socioeconómicos bajos, ubicadas en especial en la zona de los cerros; y el incremento de las viviendas tipo apartamento, que han sido construidos en lotes antes no ocupados o que han sustituido las antiguas casas.
Simultáneamente, se ha venido desarrollando una importante infraestructura vial que cruza la localidad en toda su extensión y comunica a la capital con el nororiente del país.
Por su parte, algunos sectores que históricamente se caracterizaron por su función residencial se han constituido en zonas comerciales.
* Tomado de "Diagnósticos Locales con Participación Social" de la Secretaría de Salud del Distrito, facilitado por el Archivo Distrital