El Centro de Desarrollo Comunitario del Distrito, CDC, en Usme, le permitió a doña Virgelina Vargas descansar de sus brazos tras lavar durante más de 70 años su ropa, a mano, ya fuera en las piedras de ríos o quebradas o en el rústico lavadero que tiene en la casa que habita en el sector de Alfonso López, allí en el sur de Bogotá.
Desde junio pasado, ella es una de las beneficiarias del servicio de lavado de ropa que implementó por primera vez el Distrito en la Manzana del Cuidado de la localidad, apoyado por la ANDI, con cinco lavadoras y cinco secadoras. “Nunca pude comprar una lavadora y ahorita allí, con lo de la lavandería, ahí en el ‘COL del Virrey’- nombre con el que conocen muchos el lugar donde hoy está el CDC-, es una maravilla porque me he aliviado mucho de mis brazos porque me dolían mucho”, dice con mucha gratitud en su voz.
Toda una vida lavando ropa a mano
Tras lavar ropa desde muy pequeña, en las quebradas Las Palmeras y Mediadora, que circundaban el corregimiento San Fernando del Líbano, Tolima, donde nació hace 80 años y de donde huyó por la violencia partidista de mediados del siglo pasado, doña Virgelina llegó a Bogotá y radicada en Usme hace 27 años, también debió recurrir a las quebradas para el lavado de sus prendas.
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A continuación, foto de la señora Virgelina Vargas usando las lavadoras del CDC.
Ahora y gracias a esa estrategia, en la que Usme es pionera, su vida y la de otras mujeres cambió pues, tras llegar al CDC y recibir el asesoramiento de los funcionarios de Integración Social, dejan la ropa lavando y secando, en un proceso que dura cerca de hora y media, tiempo que pueden emplear en actividades de ocio, entretenimiento o formación.
En la Manzana del Cuidado tienen muchas opciones previstas en el marco del Sistema Distrital de Cuidado para que sigan adelante con sus proyectos de vida y que, según la alcaldesa, Claudia López, “es una manera de ayudar a las mujeres de Bogotá, a relevarlas de ese exceso de carga, de cuidado no remunerado, que tienen para otros”.
Como actriz de teatro y televisión, que trabajó de la mano de reconocidos directores como Pepe Sánchez y Jorge Alí Triana, doña Virgelina conserva sus bondades artísticas y por eso aprovecha al máximo sus ‘lavadas de ropa’ para sacarles el mejor provecho y en ese tiempo que le queda disponible, enseñar un poco de lo que aprendió en su larga carrera.
A los 80 años es profesora de danza
Ahora lidera un grupo de danza; arte que quiere enseñar a quien se lo solicite y así ganarse unos pesos adicionales, que tanta falta le hacen en estas épocas de crisis, en las que no se ha dejado abatir por las circunstancias. “Pues sí señor, todavía me siento capaz de trabajar. Por eso le encargo que, si sabe de un trabajo para dictar clases, o algo así, pero que me paguen porque eso sí sin plata si no voy”, me recomienda, con una voz firme y muy clara.
Foto de uno de los bailes que enseña la señora Virgelina.
“Para ella, antes el sábado y el domingo, eran los días de lavado, pero ahora viene entre semana y lava su ropa y a la par va bailando, va ensayando con sus amigas, va liderando estos procesos y ya el fin de semana le queda libre para cualquier actividad”, cuenta Claudia Jimena Pastor Meneses, subdirectora local de la Secretaría de integración social para Usme y Sumapaz.
Hoy en día son cerca de 20 cuidadoras las que se benefician a la semana, pero se espera que el servicio de lavadoras llegue a impactar a 850 familias de la localidad, en una apropiación que no ha sido fácil por el escepticismo de la comunidad, según reconoce la subdirectora local. “En ocasiones nos dicen: ¿Esto es real, es verdad que puedo ir a lavar mi ropa? Entonces había en un primer momento como ese desconcierto de que realmente fuera así”.
Un trato especial para las mujeres cuidadoras
El objetivo primordial es favorecer a las 4.734 mujeres que viven en la localidad de Usme y que se dedican a hacer trabajos de cuidado sin remuneración, las que podrán lavar su ropa mientras se forman o están en actividades de respiro y bienestar, con una oferta articulada de servicios entre las secretarías de Integración Social, Desarrollo Económico, Salud, Hábitat, IDRD, Jardín Botánico e Idartes, que permitirá seguir haciendo de Bogotá una ciudad cuidadora a través de la consolidación del Sistema Distrital de Cuidado.
Para promover y fortalecer el servicio también están incluidas las parejas de cuidadores y los hombres cuidadores, varios de los cuales ya usan las lavadoras. Además, se estudia la posibilidad de facilitar el transporte hasta la Manzana del Cuidado, ya que muchas personas caminan varias cuadras para llevar su ropa. Doña Virgelina, por ejemplo, debe cargar por un buen trecho los 15 kilos, que es el máximo de peso permitido en la lavandería. “Eso sí me queda como algo lejitos, pero a mí me gusta caminar mucho y me gasto unos 40 minutos en las 15 cuadras”, asegura.
El servicio de lavado de ropa funciona de lunes a viernes de 8 a.m. a 3 p.m. y en las últimas semanas, debido a que Usme cuenta con varios cabildos indígenas, también se ha articulado con sus autoridades para que hagan uso de la lavandería a la par de los temas culturales y ancestrales que tiene para ofrecerles el CDC.
Los hombres también deben colaborar
La Secretaría de Integración Social y la Secretaría de Cultura, también quieren que la Manzana del Cuidado de Usme se convierta en pionera en la creación de una Escuela de cuidado para hombres con el propósito de trabajar aquellos imaginarios y prototipos de tareas que habitualmente desarrolla la mujer; como lavar, planchar, barrer o tender camas, y que también ellos puedan explorar esa posibilidad. “Para que rompan un poco con este imaginario cultural y justamente trabajar en una transformación cultural más profunda para que no solamente la lavada de ropa, sino otras actividades, puedan estar más a cargo de cualquiera de los dos géneros”, anunció la subdirectora local de Integración Social.
De esta manera el CDC Usme continúa transformando vidas, brindándoles más oportunidades a todos y en especial a las mujeres cuidadoras que con las lavadoras y secadoras eléctricas encontraron más tiempo para ellas y para seguir trabajando por sus sueños y los de sus familias, lejos de los lavaderos tradicionales o las quebradas en las que, como a Virgelina Vargas, se le fue una buena parte de sus 80 años recién cumplidos.