Así ayuda la UAESP a la conservación de los acueductos veredales en Mochuelo

10·DIC·2020
La UESP trabaja con las comunidades vecinas de Doña Juana, con el fin de recuperar varios nacimientos de agua mediante el fortalecimiento del ecosistema d
Cuidando la zona rural de Bogotá y disminuyendo los residuos que llegan a Doña Juana, ayudamos para que el agua sea el motor de vida de nuestra ciudad.
Cuidando la zona rural de Bogotá y disminuyendo los residuos que llegan a Doña Juana, ayudamos para que el agua sea el motor de vida de nuestra ciudad.

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En la vereda Mochuelo, vecina de Doña Juana hay varios nacimientos de agua que se han visto amenazados por la frontera agrícola y la ganadería. Por ello la UAESP ha venido trabajando en la recuperación de estos ecosistemas para beneficio de la comunidad.

”Nosotros nos proponemos a recuperar cerca de 7 fuentes donde naturalmente como lo estamos viendo en este momento, vamos a garantizar el ciclo del agua, que haya la infiltración necesaria para que en todo tiempo haya la posibilidad de como lo vemos al fondo haya fuentes suficientes para surtir a los habitantes de este sector de la ciudad”, aseguró Fredy Aldana, subdirector de Disposición Final de la entidad.

Gracias a estos nacimientos, los habitantes de Mochuelo Alto, Bajo y Rincón de Mochuelo reciben agua potable todos los días con la ayuda de los acueductos veredales que son manejados por la propia comunidad, la cual se ha capacitado y recibe visitas por parte de entidades como el Acueducto o la Secretaría de Salud.

Darío Rodríguez es desde hace ocho años trabajador del acueducto rural Mochuelo Alto –Asoporquera–, para él su trabajo es fundamental y requiere de un cuidado especial ya que ” yo tengo que entregar totalmente el agua desinfectada porque mi familia y varios de aquí de la vereda son familiares míos, entonces cómo los va uno a perjudicar”.

El de Darío es un trabajo que requiere de un conocimiento técnico y dedicado, según cuenta “me toca hacerle el mantenimiento. Mensualmente tenemos que venir a lavar bocatomas, tanques y desarenadores para que todo esté limpio y funcionando”.

Dirigir un acueducto de estos que atiende las necesidades básicas de al menos 300 familias, no es una tarea fácil y de es da fe Myriam Páez, representante legal del acueducto, quien explicó que la más dura de las labores es crear conciencia sobre el cuidado del agua en los ciudadanos.

“Pensemos en el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos. Que miremos, que cuidemos el agua, que de todas formas el agua es vida. Si no tenemos agua, no tenemos vida”.

Cuidando la zona rural de Bogotá y disminuyendo los residuos que llegan a Doña Juana, ayudamos para que el agua sea el motor de vida de nuestra ciudad.