Ana Silvia, una mujer de treinta y tantos años, que trabaja como vigilante de un conjunto cerrado en la localidad de Suba y es madre de cinco hijos, recuerda que ya hace 27 años ella, junto a sus cuatro hermanos y papás, fueron los primeros moradores del hoy legalizado barrio Bonanza Sur, en Ciudad Bolívar, cerca a la avenida Gaitán Cortés con Avenida Villavicencio.
Actualmente es propietaria de una casa esquinera, de tres pisos, totalmente terminada y en la que vive con sus hijos y esposo, con quienes recuerda cómo, hace muchos años, vivía en un rancho de lata y madera, corriendo por calles hechas de arena, en medio de piedras y pasto, sin servicios públicos, sin orden alguno.
“Llegamos acá hace como 22 años. Esto empezó a construirse como un caserío, con ranchos. Mi papá y mi mamá vendían pescado cuando llegamos, y a medida que fuimos creciendo nosotros, y los hijos de los vecinos, el barrio fue creciendo y todos hicimos nuestras casas acá”, cuenta Ana Silvia, al tiempo que se lamenta porque la urbanización del sector ha hecho perder lugares icónicos de diversión para ella y sus contemporáneos.
“Nosotros, que nacimos acá, sabemos qué era el Puente de los Indios, y hace poco, cuando lo ví, me dieron ganas de llorar. Nosotros cuando estábamos pequeñitos eramos cinco hermanitos, y mi papá se paraba delante de nosotros con un lazo, porque si ese puente no tenía 20 metros de alto no tenía nada, y se lo amarraba a la cintura, y nos amarraba a todos y mi mamá iba al final, y cruzábamos el puente que era angostico y de piedra, entonces nos daban nervios y ellos nos hacían vivir historias bonitas cuando pasábamos por ahí, todos chorriados de mugre. Y qué sorpresa cuando hace seis meses fui y el puente ahora está a 10 centímetros del piso y lo rellenaron. Eso es un muro de piedra. Me dieron ganas de llorar”.
Sin embargo, Ana Silvia reconoce los beneficios que la legalización de su barrio trajo a la comunidad. Servicios como acueducto y alcantarillado, pavimentación de vías e inversión en zonas verdes son unos de los logros obtenidos tras una lucha de más de cuatro años, de ella como presidente de la junta de acción comunal, JAC, de Bonanza Sur, y otros nueve presidentes de JAC de barrios aledaños.
Para esta familia la calidad de vida aumentó, por que con la legalización de su barrio llegaron los parques, mayor iluminación y hasta seguridad para sus habitantes. Ana incluso ha dejado de barrer tanto en casa, pues con la pavimentación la arena y el polvo se fueron, sus hijos ya no dañan tantos zapatos y hasta el embolado les dura más. Las obras adelantadas ayudan incluso a desestigmatizar ese sector de Ciudad Bolívar, porque según Ana “todo lo malo pasa en Ciudad Bolívar, pero nadie ve que hay gente que trabaja por mejorar los barrios”. Incluso, quiere pedir la conservación de varios lugares que ella considera patrimonio cultural, que teme desaparezcan y las próximas generaciones no logren conocer, por la inevitable expansión de Bogotá.
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