Empecemos por hablar de la importancia de uno de los directores de culto en la escena de Estados Unidos, Gregg Araki, especialmente por destacarse dentro del cine independiente estadounidense y el subgenero del New Queer Cinema, donde con un bajo presupuesto los intereses del cineasta se centran en personajes homosexuales.
Araki es director de cine, guionista, productor independiente, nacido en Los Ángeles en 1959, quien se destacó en la escena artística de los años 90 y la primera década del 2000.
Con más de 10 películas en su hoja de vida es reconocido por obras como Doom Generation, Mysterious Skin o Doom, todas aclamadas por la crítica y los públicos diversos que empezaban a apropiarse de historias en la gran pantalla desde mediados de los 80, con los nuevos directores de cine independiente.
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En la película de 1992, The Living End, se narra la historia de Luke, un trabajador sexual gay, quien junto al crítico de cine Jon, emprenden un peligroso viaje hedonista sin medir las consecuencias. Su lema: "Fuck the world" (que se joda el mundo)” es la respuesta a sus vidas y al hecho de que ambos tienen VIH.
The Living End hace parte de la sección Furia del Ciclo Rosa 2023 que en estos momentos se presenta en laCinemateca de Bogotá.
El colombiano Luis Felipe Raguá es el curador de la sección Furia de este clico y explica del por qué surgen estos personajes en estos contenidos fílmicos de la época: "los personajes de 'Furia' son complicados, difíciles de entender, rabiosos e inmorales – son, en esencia, queer".
Para Raguá, esa selección de personajes que se pueden ver en una parte del "cine queer" suspenden momentáneamente las convenciones sociales y permiten que se avive la pasión por encima de la razón.
"En las películas de este programa, la furia existe como un espacio político de rebeldía, un sentimiento que se permite ser violento, que existe por fuera de lo autorizado, una idea que puede legitimar la acción disruptiva y política".