Juan Luis Castellanos, el exhabitante de calle de 59 años, que acaba de graduarse como abogado, le debe su recuperación del consumo de las drogas al apoyo que encontró en el Distrito, en su familia y en 'Cauchito', una gata negra, de raza criolla, que lo acompañó en esos días difíciles en los que se decidió a cambiar su vida para siempre.
“La última vez que consumí fue un 23 de abril. Lo recuerdo exactamente porque yo quería poner una fecha especial para decir: ´desde acá no más´. El 22 murió mi padre, y dije: ´esta es una bonita fecha como homenaje a él y para decir, no más'", es como recuerda Juan Luis ese día en que puso punto final a una terrible dependencia que marcó su vida durante 35 años, los últimos 10 recayendo y saliendo, en su lucha por curarse definitivamente.
“Desde ese día dije no más y se lo prometí a una gatica, que me acompañó durante los dos últimos años de consumo y fue mi amiga y ella me trajo una cría, y al año me trajo otros más; una se me murió y quedé con dos, una la regalé. Ya al siguiente, eran dos las crías que me llegaban, y así hasta que en el año 2015 tenía 15 gaticos y 10 crías. Eran 25. Bastantes”, recuerda con claridad a la que vez que lamenta el no haber podido mostrarle a su padre, que se recuperó y que, además, le cumplió el sueño de ser profesional.
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Mira aquí la foto de 'Cauchito', la gata a la que Juan Luis Castellanos le prometió que se recuperaría de su adicción a las drogas.
Juan Luis llevó a su casa a 7 amigos para que dejaran las drogas
Un logro mayúsculo en su controvertida subsistencia en la que hubo otro gesto incomparable de entrega y amor por los demás, producto de su bondad, de su calidad de amigo ejemplar; Juan Luis, en su camino de recuperación, llevó a su casa a otras siete personas, que, como él, se habían sumergido en el fango y las arenas movedizas de las sustancias psicoactivas de las que tanto le costó desprenderse.
De los 7 consumidores, entre ellos una mujer, a los que introdujo en su hogar, en el barrio Primavera, solo uno logró recuperarse: Ramón Suárez, quien se había iniciado con la marihuana en Estados Unidos, cuando apenas tenía 12 o 13 años, y al volver a Colombia, se perdió totalmente en la drogadicción.
Así estuvo por más de dos décadas, hasta que después de probar en instituciones privadas, con altos costos, su familia se cansó y tuvo que acudir a las ayudas que para ellos tenía el Distrito.
A continuación, una fotografía de Ramón Suárez, amigo al que Juan Luis llevó a su casa.
En uno de los patios de Integración Social, mientras dictaba clases de inglés a los ‘ñeros’, como llama a los habitantes de calle, Ramón conoció a Juan Luis Castellanos, quien desde entonces se volvió uno de sus grandes amigos.
“En una recaída, Juan Luis me dijo: ‘vea viejo, en lugar de que se esté por ahí durmiendo en la calle, aguantando hambre, pues vengase para mi casa’. Así fue como llegué a donde Juan Luis”, relata este hombre que encontró en ese gesto de amistad inigualable, el trampolín para darle un giro a su vida.
¡Cómo no voy a estar agradecido con Integración Social!
“Ahí empecé a despabilarme un poco. Después de 4 años donde Juan Luis, me vine para mi casa y luego me fui a hacer un proceso por Integración Social. Me mandaron a Ricaurte, al lado de Girardot, donde duré casi 8 meses”, dice y agrega: “Me tendieron la mano, durante muchísimos años. Así fuera un plato de comida, un baño, ropa limpia, una cama. Uno que era sinvergüenza y se estaba ahí engordando y cuando le que picaba el pulmón –ganas de drogarse– uno se salía y volvía al consumo. ¡Cómo no voy a estar agradecido con Integración Social!".
Ramón, –quien por ser bilingüe dice tener un buen trabajo– guarda una gratitud enorme con el Distrito, la misma que cobija a su gran amigo, al que por sus obligaciones no pudo acompañar en la ceremonia de grado como abogado. Eso sí, insiste, a manera de mensaje para las nuevas generaciones, que no se dejen tentar por nadie y que no deben probar esas sustancias. "La demora es probar; después de que usted pruebe, paila", asegura.
Este es el tuit de Integración Social dando cuenta del grado de Juan Luis Castellanos como abogado.
👉Nunca es tarde para las nuevas oportunidades💛❤️
— Secretaría Distrital de Integración Social (@integracionbta) August 18, 2022
👨🏻🎓Juan Luis Castellanos habitó las calles por más de 35 años; hoy gracias a su compromiso y dedicación logró graduarse a sus 59 años como 👨💼abogado en @Unilibrebog.
Hoy es un 👍ejemplo de superación para la comunidad. pic.twitter.com/gTjr3w3qRL
“Fui negligente. Lo dejé solo”: amigo por el cual Juan se volvió adicto
Otro que lamenta no haber podido asistir a la graduación de Juan Luis Castellanos –el 18 de agosto de 2022–, fue Carlos Vásquez, el amigo por el que justamente, el hoy abogado, se había sumido en la calle y sus desgracias. El mismo Carlos que, habiendo superado su adicción, fue poco lo que hizo por aquel que había empezado a consumir marihuana para demostrarle que sí era posible dejarla.
A continuación, una foto de Carlos Vásquez, amigo de Juan Luis Castellanos.
- ¿Usted trató de hacer algo para sacarlo de la calle?
“Mire que no mucho porque me abrí del barrio y perdí mucho contacto con él. En ese sentido sí fui negligente, lo dejé solo, solo, realmente”, dice con una voz trémula, como cargada de un auto reproche. “Cuando regresé de Chía en el 2010-2011, él todavía estaba en lo duro, en el asunto”.
Un momento en el que fueron determinantes los sitios dispuestos por el Distrito para acoger a los habitantes de calle, en los que Juan Luis se sintió siempre arropado y donde le brindaron, no solo los cuidados básicos; una vez recuperado de su adicción, allí encontró el apoyo para volver a las aulas y retomar su sueño de ser abogado.
En Centro de Autocuidado Puente Aranda lo motivaron a estudiar
“Él fue una persona que siempre mostró interés en querer estudiar. Empezamos a acompañarlo en todo el proceso de inscripción, continuamente haciéndole seguimiento, hasta que logró ingresar, y a partir de ahí empezamos a apoyarlo totalmente”, recuerda Constanza Marín, la coordinadora del Centro de Autocuidado Puente Aranda, quien lo ha acompañado siempre.
Un retorno a las aulas que, después de casi 40 años, no fue fácil porque la memoria corta –afectada por el consumo– no era la misma y le tocaba redoblar esfuerzos para aprender y recordar los códigos, que son el pan de cada día de los abogados. "Para un parcial , repasaba, se me grababa todo, pero ya con los meses me tocaba volver a repasar, y listo", cuenta.
Por fortuna encontró en los docentes y compañeros, la comprensión y el apoyo suficientes para no desistir nuevamente.‘’Comenzando siempre se le dificultó, yo lo tuve desde segundo año, hasta cuarto’’, cuenta el doctor Belisario Daza, docente de investigación de la Universidad Libre. ‘’Complicado para adaptarse, pero se le acompañó. Se le veía muy juicioso, muy cumplido. No capaba clase. Hoy es un modelo a imitar’’, agrega.
Mira la foto de Constanza Marín al lado de Juan Castellanos el día del grado como abogado.
Tan ejemplarizante es su proeza, que cuando llamó a ‘Cony’ -Constanza Marín, la coordinadora del Hogar de Paso Bacatá-, para invitarla a su grado, los habitantes de calle que estaban con ella le dijeron que querían imitarlo, algún día. “Me decían: ‘profe cómo hicieron; profe, ayúdame que yo también quiero estudiar, entrar a la universidad’, y digamos: es como un ejemplo para otros, para poder tomar decisiones y evidenciar que sí se puede salir de la habitabilidad en calle”.
Esta es la historia de vida de Juan Luis Castellanos, quien durante 35 años fue un habitante de calle, se recuperó, volvió a la universidad, se graduó como abogado y va por más: ahora quiere hacer una especialización en derecho penal para seguir sirviendo a todo aquel que lo necesite, porque él sí que se sabe del valor de una mano amiga en los momentos más difíciles de la vida.
A continuación, un video de la Secretaría de Integración Social del día del grado de Juan Luis Castellanos.