Lorena Posada e Isabel Alvarado son dos ciudadanas que no se conocían pero que las unió su necesidad de establecer contacto con la naturaleza y escapar por un momento de la cotidianidad de la vida citadina. ¿El lugar de encuentro?, el humedal Santa María del Lago.
Este ecosistema se ubica en la localidad de Engativá, entre las avenidas Boyacá y Cali, casi que imperceptible a simple vista, pues su belleza se esconde entre las casas y edificios del barrio que lleva su mismo nombre.
A las 10:00 de la mañana en punto, se abrieron las puertas de entrada al lugar y tanto Lorena como Isabel debieron pasar por el acostumbrado proceso de bioseguridad que exige la pandemia por coronavirus, y que consistió en hacer toma de temperatura corporal, lavado y desinfección de manos con gel antibacterial, así como uso adecuado del tapabocas y distanciamiento físico.
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Luego del proceso fueron recibidas por dos guías ambientales y profesionales de Secretaría de Ambiente, Diana Cortés y Édgar Escobar quienes dieron la bienvenida y recomendaciones para hacer un recorrido tranquilo y educativo por el lugar.
Vale aclarar que en la actualidad solo se pueden visitar de manera presencial tres humedales de la ciudad: la Conejera en Suba, La Vaca en Kennedy y Santa María del Lago en Engativá. Los horarios de ingreso y recorridos guiados son los días lunes, miércoles y viernes de 8:00a.m. a 9:30 a.m., de 10:00 a.m. a 12:00 p.m. y de 12:00 p.m. a 2:00 p.m, y los sábados solo se hace un recorrido en la mañana.
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La preservación de estos ecosistemas es una necesidad real e importante para mitigar la crisis climática y por ello, los 15 humedales que tiene Bogotá son áreas protegidas por el Distrito, cuya administración es liderada por la Secretaría de Ambiente.
Un espejo de agua y vida
Es la primera imagen de bienvenida que estas dos mujeres encontraron al iniciar el recorrido. El humedal Santa María del Lago, como su nombre lo indica, tiene un enorme lago que brilla con la luz del sol como un espejo, rodeado de plantas acuáticas, flotantes y de fauna silvestre. El pato turrio de pico azul o la tingua de pico amarillo aprovechan esta fuente de agua para alimentarse y darse un merecido chapuzón.
“Aprender de cada especie es asombroso, cuando te pones a mirar con conciencia cada hoja, cada planta, cada tallo y cada animal que habita en este humedal, te conectas de una manera hermosa con la naturaleza y te sientes parte de este tejido vivo”, aseguró la ciudadana Lorena Posada
Recorrido natural y educativo
Los guías se encargan de introducir a las visitantes en un recorrido no solo ambiental sino también educativo, que se divide en varias estaciones o paradas a través de los senderos del humedal, mientras comparten datos interesantes que promueven el conocimiento del lugar para su conservación y cuidado.
“Santa María del lago es un humedal de 10,8 hectáreas donde habitan cerca de 80 especies de fauna como la culebra sabanera, el pez guapucha y en su mayoría diversas especies de aves nativas y migratorias como el colibrí chillón, periquito de anteojos, tangara veranera o la monjita bogotana".
Datos como este son parte de la información que los guías explican durante el recorrido por el humedal.
A su vez, explican que los humedales son indispensables para la vida porque aportan beneficios innumerables a la humanidad y cumplen tres funciones principales: físicas, es decir que controlan las inundaciones, retienen sedimentos, depuran las aguas y regulan la temperatura; bióticas porque son hábitat, protegen y refugian a las aves migratorias, acuáticas y terrestres, además, son ricos en flora y fauna; y socioculturales por su valor paisajístico y ser lugares para la recreación pasiva, la investigación científica y la educación ambiental.
Y es que tanto Lorena como Isabel quedaron asombradas con la belleza natural del humedal y recalcaron que el recorrido guiado por el lugar no solo es una oportunidad para conectar con la naturaleza sino para adquirir conocimientos sobre las características de las especies animales y vegetales que existen en la ciudad.
Lorena Posada trabaja como consultora de calidad para el sector salud y luego del levantamiento de la cuarentena por coronavirus sintió la necesidad de establecer una reconexión con la naturaleza sin necesidad de salir de la ciudad, así que indagó y se propuso como meta recorrer y conocer por primera vez en su vida los humedales y parques naturales de Bogotá.
Durante el recorrido aseguró que quedó fascinada con el lugar y que le llama la atención que aún muchas personas desconocen que en la ciudad existen estos lugares naturales, llenos de fauna y flora, que se ubican a pocos metros de sus hogares y que deben ser visitados no solo para conocerlos, sino para entender la importancia de cuidar y preservar los recursos naturales.
Por otra parte, Isabel Alvarado es una ama de casa que le agrada la naturaleza, pues tiene algunos conocimientos tradicionales sobre especies de plantas, habita a pocas cuadras del humedal y al igual que Lorena, no se había dado la oportunidad de conocerlo.
Isabel disfrutó del recorrido, aprendió aún más datos interesantes sobre especies vegetales y animales e incluso varias plantas del humedal como el árbol caballero de la noche, que le evocaron épocas de infancia y colegio. Recordó que este árbol al igual que la enredadera de Jazmín, emite un olor dulce y agradable, de manera curiosa, solo en las tardes.
Santa María del Lago, un hotel para las aves
Una de las paradas que no pueden faltar en el recorrido por el humedal es la “estación de las tinguas”, se llama así en homenaje a estas aves. En este punto los educadores aportan datos relacionados con la fauna y describen las características de las especies.
La lista de aves nativas y migratorias que habitan y se refugian de manera transitoria en el Santa María del Lago es larga y esperanzadora:
Gavilán maromero o bailarín, tingua pico rojo, colibrí común o chillón que disfruta reposar en los árboles de cerezo, pato turrio, tingua pico amarillo, tingua azul, periquito de anteojos, tangara veranera cuyas plumas cambian color amarillo a rojo, azulejo, garza rayada, monjita bogotana, coquito, siriri, cucarachero y toche, entre otras bellezas aladas conforman la lista.
Estas aves además de encontrar refugio y alimento en el humedal, brindan equilibrio al ecosistema y cumplen, entre varias funciones importantes, con el proceso de polinización que asegura la preservación de la vida en estos lugares.
Parte de los datos clave que se aprenden durante el recorrido, es que 11 de los 15 humedales de Bogotá fueron incluidos en la lista RAMSAR, máxima certificación ambiental a nivel internacional que resalta el valor ecológico de estos ecosistemas y su conservación.
Es decir que la designación de estos 11 complejos de humedales urbanos en la lista RAMSAR, convierte a Bogotá en ciudad pionera en Latinoamérica con este tipo de ecosistemas únicos que deben ser protegidos y considerados como patrimonio natural.
Diversidad de flora y árboles milenarios
Los senderos del humedal Santa María del lago dejan al descubierto la belleza de varias especies de flora y árboles tanto nativos como aquellos que han sido introducidos de otras partes del mundo.
Estas especies vegetales proveen de alimento a las aves, regulan la temperatura con la sombra que proveen, captan el dióxido de carbono, atraen a los polinizadores y fertilizan los suelos, entre otras bondades. Especies como el arboloco o Amallanthus pyramidalis, por ejemplo, es un imponente árbol que crece más de cinco metros de altura que retiene el agua en el interior de su tronco para en época de sequía proveer de este preciado líquido a las demás especies que se encuentran a su alrededor.
Lorena e Isabel se maravillaron con la gama de colores de las flores que habitan en el humedal, como la flor amarilla del árbol chicalá, cuyo nombre científico es Tecoma stans o la flor de la orquídea Epidendrum elongatum. Aprendieron que algunas especies favorecen el microclima, regulan el ciclo del agua y además de alimentar a aves son parte de un paisaje único en Bogotá.
La lista de los árboles, al igual que el de las aves, también es extensa. Se encuentran especies como el abutilón (Abtilon hibridum) de flor roja o amarilla, individuo exótico que alcanza hasta tres metros de altura, originario de Arabia y cuyo néctar de las flores por ser tan dulce, atrae a especies como el colibrí.
La enredadera de jazmín, el magnolio de la familia Magnoliaceae, el árbol mano de oso o Oreopanax floribundum, el caballero de la noche (Cestrum nocturnum) y el nogal (Juglans neotropica) árbol emblema de Bogotá, hacen parte de las especies vegetales que proveen de vida a este ecosistema.
Observatorio de aves o plazoleta del círculo de la palabra
El recorrido de Lorena e Isabel por el Santa María del Lago culminó en el área del observatorio de aves o plazoleta del círculo de la palabra, allí se encuentra una casa construida en madera, de una altura equivalente a dos o tres pisos y que conserva similitudes con una maloka, sus escaleras son en espirales y desde lo alto se observa con mayor precisión la majestuosidad del humedal y sus aves.
El nombre de círculo de la palabra se debe a que, en la antigüedad, los Muiscas que habitaban en ese territorio consideraban a las fuentes de agua como lugares sagrados y de culto merecedores de cuidado y protección.
Los círculos de la palabra son espacios para compartir el pensamiento, representados con una espiral, símbolo universal al que se le atribuyen significados como la representación de la vida, movimiento cíclico de la energía, rotación de las aguas y de los vientos del pensamiento.
“Yo invito a los ciudadanos a que vengan y visiten el humedal Santa María del Lago. Es un espacio maravilloso, lleno de vida, de biodiversidad que hay que conocer para aprender a cuidar. Importante también invitar a los niños y niñas para que ellos se sensibilicen desde ya con el contacto con la naturaleza y el respeto a la biodiversidad”, concluyó la ciudadana Lorena Posada.
Si quieres visitar los humedales de Bogotá, debes hacer una inscripción previa en la página web de 👉 Secretaría de Ambiente, allí encontrarás las fechas, horarios y enlaces de reserva.