ENTRE PUNTO Y CADENETA SE TEJE UNA GENERACIÓN DE PAZ

22·ENE·2015
Al sur de Bogotá un grupo de estudiantes utiliza el milenario arte del tejido para ‘hacerle el quite’ a la violencia. Hilos, agujas y ...

Únete a nuestro canal de noticias en WhatsApp

Al sur de Bogotá un grupo de estudiantes utiliza el milenario arte del tejido para ‘hacerle el quite’ a la violencia. Hilos, agujas y canutillos son las herramientas para rescatar tradiciones e hilar caminos hacia una comunidad más pacífica.

Tejer para aquietar el alma. Ese es el principio de Kunturi, un colectivo del colegio Orlando Fals Borda, que con los hilos, la lana y las agujas trenza ilusiones para construir una comunidad más tolerante donde todas y todos tienen espacio.

Cada lunes, en un pequeño salón de esta institución de la localidad de Usme, 25 jóvenes se reúnen para hacer manillas en macramé, tejidos en mostacilla, mandalas en hilo y bufandas de telar por el simple placer de sentarse a crear, en compañía de la profesora Yuletsy Gómez.

Fue esta docente la fundadora del proyecto que desde hace cuatro años viene cambiando mentalidades con una tradición popular olvidada por las nuevas generaciones.



“Cuando llegué al colegio en el año 2011 empecé a ver que existían problemas de convivencia y agresividad, por lo que decidí hacer algo. Yo estudié en el Cauca y allá tuve la oportunidad de compartir con algunas comunidades la elaboración de tejidos y artesanías, aprendiendo que el ejercicio de tejer aquieta el espíritu, la mente y el sentir” comenta Yuletsy.

Desde entonces, esta joven docente de ética y valores empezó a trabajar con los chicos el tejido con la intención de cambiar prácticas de violencia y agresividad por la actividad de tejer.
Poco a poco el nuevo grupo se fue formando y con los conocimientos de la profe y los materiales que los estudiantes traían de sus casas, empezaron a dar rienda suelta a un proyecto que además de enseñarles a resolver los conflictos de otra manera, les regaló una pequeña familia que hoy, cuatro años después, continúa estrechando lazos entre puntadas, hebras y cuentas. 

Un colectivo donde se teje el pensamiento

Sentado en una esquina del taller, Jeison Steven Neira enhebra mostacillas de colores en una tirilla de nailon con mucho cuidado. Cada tanto mira la hilera de pepitas que va formando una ancha manilla con delicadas figuras geométricas, y entre hilada e hilada, el joven de 14 años habla con sus compañeros, ríe y comparte con observaciones y consejos “para que todo quede bonito”, dice Jeison, quien confiesa que antes de llegar a Kunturi la indisciplina lo perseguía.
“Sí, yo era un poco cansón, pero desde que estoy acá eso ya no me interesa porque estoy concentrado en aprender cosas nuevas y cuando tengo tiempo libre cambio la calle por esto para perfeccionar la técnica y crear cosas nuevas”, señala Jeison.
Como este adolescente, son muchos los estudiantes que en el Orlando Fals Borda han transformado su forma de ver el mundo, y esto para la profe Yuletsy es la prueba fehaciente de que en los saberes ancestrales están las respuestas a muchas de las problemáticas que hoy por hoy afectan a las nuevas generaciones. 
“Kunturi ha logrado que los chicos entiendan el tejido como una riqueza cultural que tenemos y que no debemos dejar perder, y ese ‘click’ los hace ver las cosas de otra manera. Creo que apreciar los trabajos manuales y aprender los conceptos de equipo, respeto, tolerancia también es una forma de volver al principio y de reconstruir lo que este agitado mundo ha ido desboronando” asegura Yuletsy.

Al ver en la práctica a esta joven docente es fácil adivinar el porqué las jóvenes y los jóvenes de este colectivo se han ‘encarretado’ con el arte del tejido. Su cálida forma de ser y su tranquilidad a la hora de explicar una y otra vez el mismo ejercicio a cada uno de sus pupilos crean uno de esos plácidos ambientes que solo se pueden sentir para entenderlos.

Fue este grato descubrimiento y ese constante diálogo de saberes lo que animó a la familia de Kunturi a ser uno de los más de 3 mil proyectos inscritos en la estrategia Iniciativas de Transformación Ciudadana – Incitar -  de la Secretaría de Educación, que busca apoyar todas aquellas ideas que promueven la generación de intereses compartidos en ciudadanía y convivencia.

Gracias a este respaldo, Kunturi  pudo conseguir telares pequeños, más materiales y un gran telar con el que esperan poder elaborar artesanías más grandes. “Ahora estamos aprendiendo a usarlo porque ninguno sabe, pero queremos hacer ruanas, manteles, bueno, lo que se nos ocurra” dice Yuletsy con una amplia sonrisa. 

Sujetos ‘sentipensantes’: tejedores de memoria, sueños y alegría

Como lo señala Eduardo Ramírez Ruiz, rector del colegio Orlando Fals Borda, desde sus inicios Kunturi siempre ha ido más allá que un simple club de tejido. 
“Este grupo representa la propuesta de nuestro mentor, el sociólogo Orlando Fals Borda, de generar conocimiento sentipensante, es decir, de integrar el saber con el sentir. Eso es maravilloso porque nuestros estudiantes tejedores no aíslan el conocimiento de lo que sienten como personas y eso los transforma en ciudadanos coherentes en su ser, su saber y su hacer” explica Ramírez. 

Todos los que han pasado por Kunturi se han llevado algo más que manillas, guantes, bolsos o bufandas. O al menos así lo piensa Daniela Camargo, una exalumna que no olvida lo aprendido en lo que ella aun llama “su segunda familia”.


Así, para ella, todo lo que aprendió en Kunturi se replica en su vida diaria. “Con las cositas que tejo me ayudo económicamente ahora que estoy en la universidad y también trato de transmitir este arte porque nosotros no tejemos por tejer; lo que hacemos es fortalecer valores y de paso impedir que nuestras raíces ancestrales se desvanezcan”, cuenta la joven.
Al mirar atrás, la profe Yuletsy sabe que son muchas las lecciones que ha dejado esta afortunada aventura, que espera, dure mucho tiempo. Ella siempre encuentra la manera de enseñar y brindar más experiencias a sus alumnas y alumnos porque “todo se trata de retroalimentación”.

La última actividad que esta docente organizó para sus estudiantes fue un viaje a Villa de Leyva donde, además de compartir con comunidades indígenas, maestras en el arte de tejer, pudieron observar el proceso de elaboración de materiales como la lana.

“Salir y conocer a personas que hace muchos años tejen y que lo realizan como parte de una tradición de familia fue genial porque eso le da más sentido a esto que hacemos todos los lunes” señaló Mary López, otra de las integrantes de Kunturi.

Aunque para muchos la pasión que estos jóvenes tienen por el arte milenario de tejer es algo ‘exótico’ por sus edades, para ellos, es una muy bonita coincidencia que esperan seguir realizando.
Y como su nombre, que en el vocablo quechua quiere decir ‘enviado por los ancestros’, este colectivo de tejedores seguirá rescatando la cultura de sus antepasados para “cortar malos ratos y deshilar en el viento los sin sentidos para ser una comunidad de vida, alegría y paz”.

Por Paula Andrea Fuentes B.

Fotos Julio Barrera