APRENDE MIENTRAS SE TE ACELERA EL CORAZÓN

22·ENE·2015
Es conocido como el deporte de las mil emociones por minuto. Parkour, el rey de las disciplinas urbanas, ahora también hace parte de l...

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Es conocido como el deporte de las mil emociones por minuto. Parkour, el rey de las disciplinas urbanas, ahora también hace parte de la formación integral en los colegios del Distrito. 

Estar frente a un obstáculo que exige un salto perfecto para no caer contra el pavimento, genera un vacío en el estómago que muchas personas no soportarían. A este reto se enfrentan todos los días Luís Oyola, Carlos Quenán, Andrés Gutiérrez y otros 80 estudiantes que encontraron en el parkour una alternativa para superar sus miedos y controlar su cuerpo y su mente. 
 
Estos tres jóvenes consolidaron una gran amistad en torno a este deporte, relativamente nuevo en el país, al cual consideran un estilo de vida. Llevan apenas 2 años practicándolo pero este año los entrenamientos se incrementaron gracias a que su colegio, el Alexander Fleming de la localidad de Rafael Uribe Uribe, lo incluyó dentro de la oferta de centros de interés de la política educativa distrital ‘Currículo para la excelencia académica y la formación integral 40x40’.
 
Ellos invierten la mayor parte de su tiempo libre en el entrenamiento de esta disciplina, pero los momentos en los que perfeccionan los saltos y movimientos más complejos, son los dos días a la semana que tienen clase de parkour con su instructor Alexander Feliciano. 
 
 
El templete del Parque El Tunal se convierte en un universo de posibilidades para trepar, saltar, deslizarse y ejecutar los movimientos que practican continuamente. Desde luego, los más experimentados como Luís y Carlos, conocen por lo menos 10 lugares en los barrios aledaños que les ofrecen pequeños paraísos de cemento y metal en donde la imaginación se conjuga con los movimientos del cuerpo. 
 
Antes, la evolución de sus técnicas era mucho más lenta. No hay mente que no se intimide al practicar un movimiento complejo como un front (mortal hacia adelante) después de un salto de 3 o 4 metros que desemboca en el suelo. 
 
Pero bajo la guía de Alexander, quien dicta su clase con colchonetas, trampolines y otros instrumentos, los estudiantes practican los movimientos hasta dominarlos de tal manera, que es mínimo el riesgo de que se lastimen cuando lo practican en zonas urbanas. 

El deporte de las emociones instantáneas

En un microsegundo, se experimentan sensaciones diversas como la ansiedad y el miedo. Todas ellas reunidas en un vacío que acompaña al deportista hasta el momento de pisar el suelo. Esta es la principal razón por la que estos jóvenes practican el parkour. 
 
“Cuando tengo miedo, pienso rápidamente en algo que me hace feliz, en algo positivo”, asegura Luís, mientras que Andrés, quien antes le tenía terror a las alturas y ahora es considerado entre sus amigos como “el más masoquista del grupo”, revela que al momento de saltar, trabajo con su mente para controlar una situación riesgosa.
 
Al preguntarle a Andrés por qué lo consideran el más masoquista, asegura con vehemencia: “porque pocas veces lo pienso dos veces para saltar (…) me caigo, me doy duro, pero con el dolor aprendo y siempre lo sigo intentando”.  
 
Carlos siente que ha mejorado bastante este año. Asegura que ese avance se debe a que ahora cuenta con la orientación de un profesor y un escenario que le permite realizar las maniobras más complejas sin ningún tipo de riesgo. “Ahora combinamos el parkour con otra modalidad llamada free running que consiste en ejecutar acrobacias y movimientos más elaborados”, explica Carlos. 
 
Para el profesor Alexander, un profesional en Ciencias del Deporte y Educación Física que siempre ha tenido afinidad por los deportes alternativos, la oportunidad de dictar una clase de parkour le ha permitido ascender un escalón en su objetivo de profesionalizar este deporte.
 
“Desde la universidad me he interesado por este tipo de deportes y con varios colegas nos propusimos avanzar en su profesionalización” cuenta Alexander y añade que ese objetivo se vislumbra cuando los practicantes lo ven como parte de su formación académica.

El que quiera saltar, que salte

Según Alexander, muchas niñas y niños estaban interesados en practicar parkour, pero no se arriesgaban por miedo a un golpe o una lesión debido a su inexperiencia. “Ahora, además de la indumentaria para practicar, tenemos una herramienta pedagógica para formar al deportista”, sostiene el profesor.
 
Janny Barrera y Wendy Lizarazo se inscribieron a parkour desde comienzos de este año. Aún son principiantes pero eso no les impide sentir el mismo vacío que sus compañeros más avanzados al momento de saltar.
 
“El segundo que estoy en el aire me genera una sensación de libertad”, explica Janny, quien cree que es esa sensación la que la aleja de todo tipo de prejuicios y miedos. “Es demostrarse a uno mismo que todo lo puede lograr”, complementa Wendy. 
 
Pequeños triunfos diarios son la recompensa a un entrenamiento constante. Un entrenamiento físico y mental que los lleva a ejecutar movimientos que antes pensaban que solo verían en los videos y programas de televisión en los que vieron por primera vez este deporte. 
 
“Ahora sabemos que con un trabajo fuerte, cualquier movimiento es posible”, asegura Carlos. Avanzados y principiantes ahora experimentan una sensación en común: “la satisfacción de ejecutar una maniobra que meses antes parecía inalcanzable”, expresa Wendy, integrante de un grupo de jóvenes que ahora vive por alcanzar el éxito. Un éxito interno que se alimenta con cada avance corporal y mental.