La llegada al mundo del coronavirus SARS-CoV-2, marcó un hito en la historia de la humanidad. En tiempos donde la democracia se había consolidado en la mayor parte del mundo, la ciencia había alcanzado sus más grandes logros y los sistemas sanitarios se habían modernizado para estar al alcance de toda la ciudadanía, un organismo microscópico había llegado a poner a prueba estos grandes pasos.
En la salud pública ya existían protocolos para enfrentar epidemias o brotes de enfermedades; sin embargo, ante una crisis como la que planteaba una pandemia supercontagiosa, la estrategia epidemiológica tenía que responder a la preservación de la vida humana con un agregado: garantizar que las herramientas para la supervivencia y autonomía de las personas, no se afectara gravemente.
El dilema que se planteó a principios del año 2020 confrontó a los académicos: por un lado, estaban quienes afirmaban que las medidas epidemiológicas no debían chocar con la dinámica productiva de la economía y, por el otro, quienes afirmaban que la economía debía adaptarse a costos muy altos como el desempleo.
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Finalmente, ambos coincidieron en que era necesario equilibrar la balanza y hacer que cada parte pusiera lo necesario para garantizar que las medidas de salud pública funcionaran en cualquier espacio: las oficinas, las fábricas, el transporte público, entre otros.
Este difícil escenario enfrentó Bogotá bajo la dirección de Alejandro Gómez López, un médico especialista en auditoría en salud y finanzas con amplia experiencia en el sector público, que ha trabajado día y noche para sacar adelante cada estrategia, cada medida destinada a cuidar la vida de millones de personas en la ciudad y, por supuesto, a llevar a buen término la vacunación que arrancó el pasado 18 de febrero.
En cinco respuestas, este funcionario del Distrito nos resumió los desafíos de este año fatídico que, como él mismo lo ha afirmado, no se llevó la esperanza.
Portal Bogotá: Se ha dicho que no estábamos preparados para una pandemia, pero en salud pública existen protocolos para los brotes de enfermedades y epidemias. ¿Cómo define el reto de enfrentar esta situación en una ciudad con características tan complejas como Bogotá, que se anticipó a las cuarentenas con un simulacro vital? ¿Cómo llegaron a esa decisión?
Alejandro Gómez: Es un reto extraordinario para cualquier gran ciudad el asumir la llegada de una epidemia. En el caso de una pandemia, es algo absolutamente inesperado. No me había tocado a mí.
Creo que la capacidad de reacción de la ciudad fue muy buena. Los protocolos de salud pública para atender brotes funcionaron perfectamente, pero al darnos cuenta de la magnitud del desafío y de sus características tan particulares, entendimos que esta enfermedad no podía manejarse de una manera que con grandes procesos de confinamiento de población.
Para darnos cuenta de nuestra capacidad hicimos un simulacro, algo que se planteó cuando no habíamos hecho esos ejercicios en el territorio nacional. Esto mostró unos resultados extraordinarios y marcó una ruta de cómo se manejó el fenómeno del COVID-19 no solo en nuestro país, sino en buena parte del mundo.
Alcaldía Bogotá · Voz Secretario De Salud (1)
PB: En todas las cuarentenas se lograron controlar los picos de contagio. Esto en contraste con la economía que padecía el embate de las medidas restrictivas. Sin embargo, los resultados fueron satisfactorios. ¿Cuál es el aprendizaje para la salud pública de esa disyuntiva a la que nos enfrentamos de “salud versus economía”?
AGL: Son decisiones supremamente difíciles. Cada vez que tomábamos una sabíamos el costo que se estaba pagando en materia de pérdidas de empleo o de bienestar, pero cada vez que no lo hacíamos sabíamos el precio que estábamos pagando en vidas humanas.
Tal vez la gran enseñanza es que la vida es irremplazable, que habiendo vida tenemos una segunda oportunidad, un segundo resurgimiento. No obstante, el enorme dolor que nos da por las miles de familias que han sufrido por la pérdida de un ser querido, Bogotá resistió. Su tejido productivo, comercial, empresarial, resistió. Pero hoy estamos enfrentando un nuevo año con una esperanza que se logró mantener viva a partir de conservar la vida.
PB: La tecnología y los datos fueron fundamentales en esta crisis. Desde georeferenciar los casos por UPZ hasta el reporte de ocupación de las UCI en la ciudad y las redes sociales como eje de la comunicación para la prevención. El uso de la tecnología para la salud pública no se había explotado de esta manera. ¿Cómo ha resultado todo este proceso de adaptación a las nuevas tecnologías usando la comunicación como arma para enfrentar una pandemia?
AGL: La tecnología, por supuesto, nos permitió la geolocalización no solo de las personas positivas o de las personas gravemente enfermas por sitio de residencia o por unidad de cuidados intensivos, sino que también hizo posible que llegáramos a todos los rincones de Bogotá de manera permanente e inmediata.
La comunicación se volvió a constituir en la principal herramienta de construcción de ciudadanía alrededor del fenómeno del cuidado. Pero tuvimos unos crecimientos enormes en materia de geolocalización como ustedes mencionan y de trazabilidad en la movilidad del virus y de los individuos. Aprendimos muchísimo a lo largo de este año.
PB: En estos meses cambiaron algunas medidas que se venían implementando para evitar los contagios: ya no se toma temperatura para el ingreso al comercio y tampoco se desinfectan los zapatos, la FDA ha dicho que desinfectar el mercado también es una medida innecesaria. ¿Qué hemos aprendido hasta hoy sobre la forma como se transmite el coronavirus COVID-19?
AGL: Sí, establecimos en un primer momento una cantidad de medidas que se convirtieron en ritos pensando que con esto podríamos disminuir la transmisión. Pero el coronavirus COVID-19 es un virus de carácter respiratorio que se transmite por gotas minúsculas de saliva que generamos cuando hablamos o tosemos, cuando estornudamos o bostezamos.
Tal vez lo más importante ha sido el uso correcto del tapabocas y el distanciamiento social, no hay nada mejor que eso. El lavado permanente de manos cada dos horas con agua y jabón corriente ha demostrado ser de mucha eficacia. Por último, aprendimos también que al permitir que circule el aire en los espacios cerrados, se limpia el ambiente de los aerosoles que emitimos.
PB: La vacunación coincidió con el regreso a clases de los colegios públicos. Pero los temores salen a flote con estos dos importantes acontecimientos: por un lado, hay un grupo que teme que los niños se conviertan en vectores que expandan el virus y sus cepas, por el otro, quienes consideran que las vacunas son un experimento en el que es difícil confiar. ¿Cuál es la respuesta de la Secretaría de Salud frente a estos miedos de la ciudadanía?
AGL: Dar respuestas basadas en evidencia científica. Es entendible que las personas tengan muchísimos temores, el desconocimiento ante como se comporta una enfermedad tan grave que ha matado tantas personas, por supuesto que los explica.
La única manera de enfrentarlos es con la evidencia científica disponible y esta nos habla de que niñas y niños, si bien pueden llegar a ser portadores de la enfermedad, no se constituyen en una fuente de transmisión importante y por eso el costo de tenerlos encerrados más de un año, no se debe seguir pagando.
El retorno a las aulas es una situación debidamente controlada y el riesgo está minimizado por las medidas de distanciamiento social.
La vacuna es la mejor noticia, es la oportunidad de salir de la oscura noche que nos trajo el COVID-19 el año pasado. Las que estamos aplicando han sido científicamente probadas. La rapidez con la que se hicieron no habla de otra cosa que del genio del ser humano y de las capacidades científicas que hemos desarrollado.
Invito a todas las personas que sean convocadas en su momento a que asistan gustosas porque es la oportunidad para dejar de vivir sin miedo.
Alcaldía Bogotá · Alejandro Gomez (2)