El IDIPRÓN: La salvación de Maritza Parra Polanía

6·FEB·2019
Conocer el IDIPRON fue como una salvación, durante estos 4 años, en el Instituto ha tenido la oportunidad de alcanzar sus estudios, terminó el bachillerato
Maritza muestra con orgullo los resultados de lo que ha aprendido en el IDIPRON
Maritza muestra con orgullo los resultados de lo que ha aprendido en el IDIPRON

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Maritza Parra Polanía tiene 22 años y vive en el barrio Sierra Morena, en la localidad de Ciudad Bolívar. Desde hace 4 años ingresó al Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON), tiempo durante el cual ha tenido un cambio radical en su vida. Inicialmente, Maritza solo iba al IDIPRON en busca de alimentos, pero que con el tiempo se dio cuenta que esta entidad era lo que estaba necesitando para recuperar su vida.

“Yo me vine sola desde el Caquetá buscando un mejor futuro para mis papás y para mí. Fue difícil porque empecé desde cero durmiendo en el suelo y aguantando hambre”, afirma.

La soledad en la que se encontraba, la ausencia de sus padres y lo duro de la ciudad fueron el detonante para que la joven cayera en el oscuro mundo de las drogas donde pasó por situaciones muy duras, llegando incluso a estar en riesgo de habitar la calle. 

Pero conocer el IDIPRON le cambió la vida. “Fue como una salvación”, sostiene Maritza.  De hecho, durante estos 4 años en el Instituto ha tenido la oportunidad de terminar el bachillerato, cursar su formación técnica y, actualmente, la tecnológica en Producción de Maderas.

Además, por su dedicación y empeño, ha hecho parte de diferentes convenios con otras entidades distritales como IDIGER y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes. 

Gracias a estos estímulos de corresponsabilidad que le otorgan los convenios, ha podido tener una estabilidad económica. “Hace seis meses pude tener la oportunidad de traer a mi mamá a vivir conmigo. Gracias al IDIPRON que me dio la oportunidad del convenio y así tener económicamente como responder por ella”, sostiene Maritza con satisfacción.

Al hablar sobre su futuro cuenta con alegría que dentro de poco presentará una entrevista de trabajo donde espera quedar seleccionada para ahorrar un dinero y poder cumplir su sueño de tener su propio taller de ebanistería. 

La clave es aprovechar el tiempo y la oportunidad que nos da el IDIPRON para que cuando salgamos tengamos herramientas para afrontar la vida”, es el mensaje que Maritza les transmite a todos los jóvenes que aún no han tomado la decisión de dar un cambio radical en su vida.

La felicidad y alegría con la que Maritza se expresa son el resultado de un trabajo institucional, donde el IDIPRON garantiza el goce efectivo de derechos a todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes más vulnerables de la ciudad de Bogotá.

Maritza esparciendo un poco de resina liquida en uno de los cuadros que hace en el taller de ebanistería.