En el gobierno de Enrique Peñalosa, las niñas y niños son lo primero. Por eso, con una asignación de recursos histórica de 6,4 billones entre 2016 y 2017, su administración puso en marcha una apuesta integral por la calidad educativa para garantizar a los cerca de 800 mil estudiantes del sistema educativo oficial la atención integral desde la primera infancia hasta la educación superior y más bienestar con ambientes de aprendizaje dignos y la mejor alimentación escolar del país.
Además, se propuso hacer todos los esfuerzos para reducir la deserción escolar y ampliar la inclusión; impulsar la formación, el reconocimiento de docentes y directivos y propiciar entornos escolares para el reencuentro, la convivencia y la paz, entre otros.
Los avances de la política sectorial, que buscan convertir a Bogotá en una ciudad educadora, son contundentes. Además de superar todas las metas propuestas por el Ministerio de Educación en el Índice Sintético de Calidad Educativa en 2016 y 2017, la capital alcanzó resultados positivos en las pruebas Saber 11 el último año.
Con un puntaje global que pasó de 270.1 en 2015 a 275.7 en 2017, la ciudad superó los promedios nacionales en todas las áreas del conocimiento y se situó entre las 3 mejores capitales del país. Además, gracias al fortalecimiento de competencias socioemocionales, de lectoescritura y matemáticas, más colegios oficiales se situaron en las categorías de mejor desempeño de estas pruebas (A+, A y B), disminuyendo la brecha con los colegios privados considerablemente: del 17.4% en 2015 a 9,8% en 2017.
Bogotá también avanza en la implementación de la jornada única, como una de las estrategias para alcanzar la excelencia educativa. Así, en lo que va del gobierno de Enrique Peñalosa, la capital amplió la cobertura de niñas, niños y jóvenes en jornada única, pasando del 4% en 2016 a 10,47% en 2017. Esto significa más aprendizajes y fortalecimiento de los saberes esenciales para la vida de cerca de 82 mil estudiantes.
Hoy la deserción de la ciudad es la más baja de los últimos 15 años, con una tasa de 2,1 %, gracias a la implementación de la Ruta de Acceso y Permanencia Escolar con la que se ha evitado, desde 2016, que cerca de 10 mil niñas, niños y jóvenes dejen las aulas. Cifra que evidencia los esfuerzos para garantizar la inclusión educativa con equidad. Entre ellos, la búsqueda puerta a puerta de niñas, niños y jóvenes desescolarizados, y la atención con metodologías flexibles a 10.300 estudiantes en extraedad.
La administración ‘Bogotá Mejor para Todos’ también se propuso promover 35 mil oportunidades para el acceso y la permanencia a la educación superior en el cuatrienio. En este reto, entre 2016 y 2017, 9.608 jóvenes accedieron a programas de educación superior por medio de la Alianza SENA-SED y el portafolio de becas – crédito ‘Bogotá Ciudad Educadora’.
Además, en 2017 se creó el fondo ‘Educación Superior para Todos’ que duplica el monto de los recursos de inversión para el acceso y la calidad de la formación superior de los jóvenes en instituciones de educación superior públicas y privadas de calidad, través de recursos del Distrito y aportes voluntarios del impuesto del ICA.
Bienestar, seguridad, convivencia y ciudadanía son claves para una educación de calidad
El alcalde Enrique Peñalosa está convencido de que garantizar las mejores condiciones de bienestar y seguridad, con ambientes dignos de aprendizaje, alimentación escolar de la más alta calidad y seguridad de los entornos escolares, entre otros, impulsa positivamente el desarrollo integral de las niñas, niños y jóvenes y la oferta educativa de calidad en la ciudad.
Por eso, se propuso hacer una revolución: la de los colegios, que le devolvió a Bogotá la dicha de estrenar colegios, con suelo y aulas totalmente nuevas, algo que no pasaba en la ciudad desde 2012.
Así, con la ‘Revolución de los colegios’, que construye colegios en zonas deficitarias, se han entregado 2 instituciones educativas totalmente nuevas (La Felicidad en Fontibón y Jorge Mario Bergoglio en Suba) y 9 bajo el modelo de restitución (Juan del Corral en Engativá; San José, San Pedro Claver, Manuel Cepeda Vargas, Pablo VI en Kennedy; Alianza Quiroga y María Cano en Rafael Uribe Uribe y Gerardo Paredes y Mirandela en Suba).
Con estos nuevos espacios y el mejoramiento de la infraestructura de 140 sedes educativas, entre 2016 y 2017 se beneficiaron cerca de 170 mil estudiantes en todas las localidades de la ciudad.
Bogotá se la jugó por cambiar para mejorar y atender con calidad el 100% de la demanda de alimentación escolar, mejorando las condiciones de bienestar de los estudiantes.
La capital tiene hoy el mejor Programa de Alimentación Escolar del país, con una calificación de 98 puntos sobre 100 por el Ministerio de Educación. Además, gracias al nuevo modelo de contratación de los refrigerios escolares, establecido en 2016 a través de la alianza con Colombia Compra Eficiente, el programa fue reconocido en 2017 por la Alianza de Contrataciones Abiertas ‘Open Contracting Partnership’ como una práctica de transparencia ejemplar para el mundo.
Finalmente, con los retos de promover la convivencia escolar dentro y fuera de las instituciones y mitigar riesgos como el consumo de sustancias y el microtráfico, la ciudad se articuló para intervenir integralmente los entornos de 76 colegios, con el liderazgo de la Secretaría de Educación, el apoyo de sectores como Integración Social, Salud, Movilidad y entidades como la Policía Nacional y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
En este marco, durante los últimos dos años se fortaleció el servicio de vigilancia en las instituciones con la instalación de cámaras, la implementación de “caminos seguros al colegio”, y programas de prevención del consumo de sustancias psicoactivas.