Cada domingo y festivo, mientras la ciudad aún duerme, un equipo de trabajadores del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) comienza una labor esencial y especial: habilitar la Ciclovía de ‘Bogotá, mi Ciudad, mi Casa’, ese espacio que convierte las calles de la capital en uno de los espacios urbanos temporales más representativos de América Latina.
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En la madrugada, los primeros en llegar al Centro de Despacho de Operaciones Logísticas, ubicado en Plaza de los Artesanos, son los profesionales encargados del montaje. A las 3:30 a. m., camiones y operarios se alinean en un movimiento preciso que involucra a cerca de 120 personas y 33 vehículos, distribuidos en zonas norte, centro y sur. La meta es que cada rincón de la ciclovía esté listo para las 7:00 a. m., cuando las bogotanas y los bogotanos comienzan a disfrutar de este tradicional espacio capitalino.
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Para el IDRD, la ciclovía es mucho más que un programa. Es el símbolo de una ciudad unida y saludable. Mauricio Novoa y Luis Fernando Martínez, dos de los profesionales responsables de esta operación, explican con orgullo el valor de cada detalle en el montaje. Mauricio, quien supervisa las rutas y gestiona el talento humano, describe el proceso como “Un engranaje donde cada persona tiene un papel vital”. A su lado, Luis Fernando, quien comenzó como guardián de la ciclovía y hoy lidera la logística, destaca el honor de ofrecerle a la ciudad un espacio para el bienestar y el disfrute de todas y todos.
Un legado de sostenibilidad y bienestar de ‘Bogotá, mi Ciudad, mi Casa’ para el mundo
Desde su creación en 1974, la Ciclovía de Bogotá ha evolucionado para convertirse en un emblema de la movilidad sostenible, brindando a más de un millón de personas, cada semana, la oportunidad de recorrer la ciudad sin automóviles. Con sus 127 kilómetros de extensión, abarca desde zonas residenciales hasta avenidas principales, creando un escenario único para que ciudadanos de todas las edades practiquen deporte y compartan en un espacio seguro.
Además, el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) ha implementado una infraestructura completa de puntos de hidratación, primeros auxilios y estaciones de información en diversas zonas del recorrido, promoviendo un entorno seguro y accesible para todos los bogotanos y bogotanas. Estos puntos de atención no solo apoyan a quienes transitan la ciclovía, sino que también son clave en casos de emergencia y contribuyen a fomentar la cultura ciudadana de cuidado y respeto por este icónico programa.
Un impacto que va más allá del deporte
Al suspender el tránsito vehicular de las calles cada domingo y festivo, Bogotá se llena de vida. La ciclovía se convierte en un espacio donde las familias enseñan a los niños a montar bicicleta, los corredores entrenan para alcanzar nuevas metas y los amigos encuentran un lugar para compartir. Este parque urbano, que se extiende por 14 corredores, es el más longevo de su tipo en Latinoamérica y representa un elemento fundamental de la identidad bogotana.
La ciclovía también promueve la inclusión social. Con programas para personas con discapacidad, el IDRD se asegura de que el espacio sea inclusivo y equitativo. Este compromiso se ve reflejado en eventos que fomentan la participación de personas de todas las capacidades, ofreciendo una Bogotá activa y solidaria, donde cada ciudadano tiene un lugar.
La Ciclovía de ‘Bogotá, mi Ciudad, mi Casa’ como motor económico y cultural
El impacto de la Ciclovía también es evidente en el comercio local. A lo largo de los corredores, los emprendedores han encontrado un nicho que impulsa la economía de la ciudad. Cada domingo y festivo, vendedores de agua, frutas y otros productos tienen la oportunidad de ofrecer sus servicios a los transeúntes, convirtiendo este espacio en un punto de encuentro entre deporte y emprendimiento.
El espacio también se ha convertido en un escenario cultural, donde artistas callejeros, músicos y otros exponentes de la cultura urbana encuentran en la ciclovía una plataforma para compartir su talento y conectarse con el público. De este modo, la ciclovía no solo fomenta la actividad física, sino que también nutre el espíritu artístico de Bogotá y promueve una comunidad más cercana y diversa.
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Desde el IDRD, se entiende la ciclovía como un espacio seguro, donde la comunidad se encuentra, crece y celebra. La ‘Bogotaneidad’ se expresa en cada kilómetro habilitado, un símbolo de la salud, la unión y el respeto que definen la vida en la capital. Cada detalle del montaje refleja el compromiso del IDRD de promover una Bogotá activa y sostenible. La ciclovía es más que un cierre temporal de calles; es una declaración de amor a la ciudad y a sus habitantes, un recordatorio de que Bogotá es un lugar para vivir plenamente.
Así, cada domingo y festivo, el IDRD cumple con esta labor esencial, habilitando el espacio que une a la capital en torno al deporte y la recreación. Porque en cada sonrisa de los niños, en cada pedaleada y en cada paso que se da en la ciclovía, Bogotá se muestra como una ciudad de todos, una ciudad que late y respira con sus ciudadanos. Porque ‘Bogotá, mi Ciudad, mi Casa’.