Cientos de artistas, como Cos’One, transformaron con su arte una de las vías más representativas de la ciudad y la convirtieron en una parte del Museo Abierto de Bogotá. Historia de una calle con más de 70 años de vida, que ha visto pasar momentos gloriosos, escándalos de corrupción y hasta un estallido social, pero que al final renació y hoy muestra su mejor cara.
Atravesar la calle 26, de occidente a oriente, es mucho más que un recorrido lleno de contrastes desde el aeropuerto El Dorado, pasando por Fontibón, el CAN y la Nacional, hasta desembocar en el Cementerio Central y la Torre Colpatria. Es vivir y sentir una buena parte de la historia de Bogotá.
Desde su construcción en 1952, la Avenida Jorge Eliécer Gaitán, ha visto pasar decenas de caravanas presidenciales, personajes ilustres como el papa Francisco o Juan Pablo II, se llenó con miles de aficionados que recibieron como “campeones” a los jugadores de la selección Colombia en 2014 y presenció como se iba colmando a su alrededor de altísimos y modernos edificios, centros comerciales y parques, hasta convertirse en un eje vital de desarrollo para la ciudad y el país.
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Sin embargo, no todo ha sido progreso para la Avenida El Dorado, pues también vio cómo se cubría con polisombras que parecían arroparla para siempre, maquinaria abandonada y extensos tramos de vía inconclusos, por cuenta de la parálisis de las obras de Transmilenio, en lo que fue uno de los capítulos más infames del ‘Carrusel de la Contratación’.
Ni que decir de las marchas, los bloqueos y las protestas que la han colapsado, acompañadas de la furia, la violencia y el vandalismo que hace un par de años, con el Paro Nacional, parecían dejar una cicatriz imborrable que se reflejaba debajo de sus puentes, en los muros de sus deprimidos, con grafitis pintados por doquier, alusivos a ese momento de dolor, rabia e inconformismo por parte de una juventud que reclamaba con fuerza.
Pero la 26, así como toda la ciudad, en solo cuestión de meses, se recuperó de ese estallido social, y se convirtió a lo largo de su eje central, desde la carrera 28 hasta la carrera 3ª, en una verdadera obra de arte urbano moderno, en el Museo Abierto de Bogotá, una iniciativa de Idartes en la que se intervinieron 15.000 metros cuadrados de espacio público y se convocaron a 750 artistas, como Juan Camilo Muñoz o Cos’One, como lo conocen sus ‘parceros’, y que coadyuvó a este esfuerzo para transformar y embellecer una de las vías más queridas por los bogotanos.
Portal Bogotá: Bueno Juan, ¿desde hace cuánto tiempo y por qué te interesó tanto desarrollar el grafiti y el muralismo?
JCM: Me interesó el grafiti desde el año 2002. Inicialmente estuve tratando de vincularme en unas clases de rap con un grupo que se llamaba ‘Golpe Directo’, pero al final solo había cupos para clases de grafiti. La verdad no me había interesado hasta ese momento el grafiti o dentro de mi conciencia no lo tenía claro, pero vi esa oportunidad y comencé a sentir que esta rama del rap era algo que realmente me interesaba y me llamaba la atención, y desde ese momento hasta hoy es algo que me apasiona bastante.
En ese momento comencé a practicarlo y después evolucioné hasta llegar al muralismo y a diseñar obras con mayor detalle, con mayor exigencia, con un trasfondo o un contenido más enriquecedor, ilustrando y conociendo, de manera empírica, lo que más pudiera, en bibliotecas, audiolibros o videos, cuando no había mucho Internet y todo era más análogo.
PB: Una de tus principales técnicas es el hiperrealismo. ¿Cuál es el principal desafío o dificultad cuando haces murales o grafitis basados en esa técnica?
Juan Camilo Muñoz: El hiperrealismo es una técnica avanzada, es un paso más allá del realismo y del foto-realismo. Este proceso busca no solamente plasmar una realidad de manera estética, sino más exacta, e incluso sobrepasando formatos convencionales como lo es la fotografía, tratando de lograr un alto detalle, tanto en texturas como en la riqueza del color y de la forma.
Siento que una de las cosas que hace que el hiperrealismo tenga una gran dificultad y un gran desafío es haber conocido estas dos técnicas -el realismo y el fotorrealismo- las cuales también practico y conozco, y que también tienen un alto detalle, pero en el hiperrealismo hay que ser más sensibles al detalle para lograr un poco más de sentimiento en cuanto al trazo, la textura, el color, las difuminaciones, y sobre todo la forma, y que a las personas que lo ven les de esa sensación de carnosidad, de volumen, de sombra, de perspectiva, de distintas texturas y degrades.
Además, debes ‘jugar’ muy bien con los colores para generar esas sensaciones de realidad, o muchas veces de sudoración o de temperatura, por ejemplo, que por lo general una obra realista o una obra foto-realista no logra tanto, porque en ese caso se busca una perfección en cuanto a la estructura y en cuanto a unos contrastes que hacen que todo se vea atractivo, pero conforme a la realidad.
PB: ¿Cuál es tu principal inspiración cuando despliegas tu arte?
JCM: La principal inspiración cuando despliego o cuando practico mi arte es básicamente hacer que el transeúnte o la persona que lo vea -hablando específicamente del grafiti- o cuando alguien ve mi obra -en un ámbito privado- es que se genere impacto o una gran atracción.
Recuerdo haber visto una obra de Enrique Grau llamada ‘La mano siniestra, cuando era niño, por la Carrera Séptima, entre los años 1990 y 1995; era una obra de gran formato, estilo muralista, algo que nunca se había visto en esos momentos, y me impactó bastante, tanto el tamaño como el significado o el trasfondo de la obra -aunque yo en ese momento no comprendía mucho de temas artísticos, pero me llamó la atención esa forma de plasmar la realidad, a través de sus trazos, a través de los colores, y al mismo tiempo de tergiversar esa realidad de cierta manera, porque ‘La mano siniestra’ evoca eso.
Al realizar mis obras, yo trato de evocar ese sentimiento que tuve en ese momento y ese despertar mágico que para mí fue al ver una obra de tal impacto, entonces trato que mis obras, así sean de un tamaño moderado o pequeño o de gran formato, siempre puedan generar de alguna u otra manera el impacto que yo sentí en ese momento, evocando los gestos, o los rostros de las personas o personajes que pinto, o también los gestos o los movimientos dentro del cuerpo humano.
PB: ¿Cómo te enteraste y cómo participaste en la convocatoria de Museo Abierto de Bogotá?
JCM: Tuve la oportunidad de involucrarme y conocer a través de compañeros del grafiti que me hablaron de estas convocatorias; me inscribí en la página, hice el proceso como todas las personas que querían participar y logré la beca para la primera convocatoria que se realizó en julio, la intervención de la Avda. Caracas con 1º de mayo; y la segunda fue en agosto, en el corredor de la calle 26.
PB: Justamente tu mural, en la calle 26 se llama El Ogro de los Periódicos. ¿Qué significa? ¿De dónde surgió?
JCM: ‘El ogro de los periódicos’ surgió de una idea general junto al grupo con el que participé en esta oportunidad. Con los chicos llegamos al consenso de hacer una obra en la cual se vieran varios diarios o periódicos, y que en cada uno cada artista pudiera colocar algo que quisiera mostrar o que quisiera atraer para las personas que quisieran ver el mural.
En mi caso, yo quería que mi obra le diera apertura a las demás, mostrando a este personaje que era quien entregaba los diarios, quise que fuera un ogro por dos cosas: la primera es porque en Colombia, muchas veces las noticias que nos muestran los medios no son tan positivas, o nos muestran noticias que no quisiéramos tener realmente.
Entonces el ogro es ese personaje de los cuentos o de las fábulas, que no es tan agradable, que no es tan bien visto, pero que es fundamental en muchas historias, por eso los dibuje. Además, el ogro está entregando un diario en el cual está su cara dibujada, lo cual para mí significa que está entregando una noticia que no es tan agradable, pero que igual se debe entregar porque hace parte, justamente, de esta historia.
Básicamente él estaba entregando una noticia con su rostro, no tan amable, no tan bien visto, pero igualmente era importante. Muchas veces las noticias son eso, cosas que no son tan agradables, ni son lo que esperamos, pero que definitivamente hacen parte de una historia, entonces eso era lo que mi obra quería evocar. También tiene un guante negro con el cual está entregando el diario, y es alusivo a que no se quiere ensuciar con esa noticia que está entregando, que no está muy feliz de hacerlo, pero lo debe hacer.
PB: Una vez lo terminaste, ¿quedó tal cual lo imaginabas? ¿Fue mejor de lo esperado o quedo faltando algo?
JCM: Nosotros los artistas somos muy autocríticos o muy perfeccionistas, especialmente los que nos basamos en la técnica. Creo que el tiempo nunca es suficiente, quisiéramos hacer más o quisiéramos ir más allá, sin decir que nuestra obra no es buena o que no nos llena; pero creo que este inconformismo constante con las obras es lo que siempre nos hace estar en búsqueda de la mejor de todas.
Alguna vez un artista decía que en el momento que uno logre la mejor obra o que esta lo llene 100% y se sienta totalmente satisfecho, esa sería la última obra que realizaría. Por eso creo que esa búsqueda, para muchos artistas, es infinita, y eso es lo que hace que haya un crecimiento, y que ese inconformismo sea constante.
En esta oportunidad logré una obra que, para mí, es de gran connotación, pero efectivamente me hubiera gustado tener más tiempo, tener la oportunidad de haber hecho muchas más cosas e involucrarle más elementos, pero esto es algo innato de cada obra, siempre cuando la terminas te sientes bien, luego das un respiro y revisas y quieres hacerle más cosas, pero por X o Y motivo la obra debe quedar ahí y debes continuar con otras más.
PB: La apariencia de la calle 26 y de otras zonas de Bogotá, gracias al muralismo y a los buenos grafitis, ha cambiado mucho. En lo personal, ¿también ha cambiado la percepción de la ciudad, de la calle?
JCM: Gracias a este tipo de eventos o convocatorias que realizan instituciones como Idartes, o con los diferentes estímulos, se está generando una concientización de la ciudadanía, en lo que tiene que ver con el cuidado y el aprecio hacia el arte, así como la oportunidad de tener a la mano obras de gran calibre, muy importantes y con artistas de gran experiencia.
Esto es la puerta y el inicio para que pase lo que pasa en otros países, como España, que en cuanto a temas artísticos, especialmente en lo plástico, es un referente a nivel mundial, justamente porque durante mucho tiempo han surgido, no solamente grandes artistas, sino también por el impulso que le han dado a las galerías, a los murales, también en su arquitectura, e incluso obras en vehículos.
Siento que Bogotá está haciendo su parte en esto, con el apoyo también de la empresa privada, y sobre todo gracias al talento humano que se tiene en la ciudad. Esto me parece muy importante, porque va a generar que nuevas generaciones crezcan viendo, apreciando y culturizándose con estos temas artísticos, haciendo que nuestra cultura sea mucho más rica, mucho más fuerte, quiera aprender y saber más, y que respete y respalde más al artista.
Ver estos eventos y todas estas obras, está generando ese buen clima, ese buen impacto, para que, en un futuro muy cercano, los artistas sean lo suficientemente valorados y apreciados, y se puedan lograr obras de mucho más talante, de una riqueza artística mucho más notoria y que tengan un reconocimiento mundial más importante.
PB: ¿Qué decirle a la gente que aún ve con cierto desprecio a los artistas que se dedican al muralismo o al grafiti? Y, ¿qué piensas de aquella frase, un poco trillada, que dice que la pared y la muralla son el papel del canalla?
JCM: Hay algo muy cierto, y es que a través de los años -y eso la historia lo comprueba fácilmente-, los grandes artistas han sido despreciados, incluso en su lugar natal han sido poco valorados, pero con el pasar de los años las sociedades han exaltado mucho más a estos artistas, a veces después de muertos, o incluso en otros lugares, como por ejemplo Van Gogh, quien tuvo una vida con muchas necesidades, y solamente tras su muerte y fuera de su lugar natal, se apreció el valor de su gran obra artística y del legado que nos dejó.
Yo muchas veces he sido estigmatizado y he oído comentarios de personas, algunas veces con violencia. Eso sí no lo entiendo, porqué la violencia contra los artistas cuando simplemente se está interviniendo un muro con pintura, ya sea aerosol, acrílicos, vinilos o incluso solo un lápiz. Yo no le encuentro una justificación racional, siento que es una reacción desde la emoción por algo que definitivamente desconocen, que no entienden.
Por fortuna, cada día son menos las personas que reaccionan de esta manera y también es gracias a estos espacios que se están abriendo. Además, desde tiempos inmemoriales, las personas se comunicaban a través de la piedra, de los muros, con cal, con carbón, con distintos minerales, haciendo dibujos o escribiendo jeroglíficos, finalmente esa era su comunicación. Desde allí comenzamos a entender y a creer en el arte como tal para nuestra cultura.
Ahora bien, la frase es un poco fuerte, pero ha sido parte de nuestra cultura, lo entiendo, y sé que hay muchas personas que están todavía en este proceso de entender nuestras obras, simplemente porque han tenido oportunidades distintas a las nuestras y no se han involucrado tanto con el arte, pero finalmente es un tema de tolerancia, de crecer como sociedad, de entender que todos somos diferentes, de saber que hay personas que nos gusta transmitir a través de las palabras, a través de las imágenes, que queremos hacerlo para todo el mundo, otras personas lo hacen a través de la música, de la actuación, o de la política, pero al final todos queremos dejar huella en esta sociedad.
PB: ¿Qué significa para ti Bogotá?
JCM: Bogotá es una ciudad llena de muchas culturas, de mucha diversidad. Bogotá es como un gran colectivo con distintos pensamientos, con distintas formas de ver, de vivir, que te brinda muchas oportunidades, que tiene muchos lugares que encierran esa geografía y esa riqueza que está en toda Colombia.
Justamente toda esa riqueza de nuestro país, que es un territorio hermoso y lleno de muchos atributos por explotar, se encuentra centralizado en esta ciudad, desde la misma infraestructura, la arquitectura y en general todo lo que nos rodea, estos hermosos cerros, la historia que hay a través de Bogotá…Siento que esta ciudad es una joya llena de toda la riqueza y de todo lo grande que puede haber en Colombia.
Si quieres conocer más sobre el arte de Cos’ One, visita su cuenta de instagram: cosone_munoz.