William, escritor que renació una noche de velitas en hogar de paso del Distrito

27·NOV·2022
William Moncada, fue un habitante de calle que vivió los momentos más duros de su vida y gracias al apoyo del Distrito se recuperó y hoy dicta talleres.
Hogar de paso Oasis del Distrito salvó la vida de un poeta y escritor Foto: Secretaría Distrital de Integración Social
William Moncada ha plasmado en sus escritos muchas de sus vivencias en la calle.

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La noche de las velitas del 2012 se encendió una luz de esperanza que cambiaría la vida del hoy poeta y escritor William Moncada. Todo gracias al apoyo que recibió de la Secretaría Distrital de Integración Social que le permitió volver a dormir bajo un techo y abrigado por unas cálidas cobijas.

“Fue el primer diciembre sin consumir ninguna sustancia psicoactiva, escuchando la algarabía de la Navidad afuera, pero lleno de gozo y alegría dentro de mí. Valoré el cuarto, porque duré muchos años durmiendo en un colchón de cemento y tapándome con una térmica de papel”, recuerda con un lenguaje marcado por sus vivencias y el alma de escritor que lo acompaña.

Cansado de la calle, William había llegado a El Oasis, un Hogar de Paso del Idipron, habilitado por entonces para que personas vulnerables, iniciaran sus procesos de recuperación con la orientación de Integración Social. “Ahí empecé a vivir unas navidades muy gratas”, asegura.

Aquí, una fotografía de William Moncada acostado en medio de algunas de sus producciones literarias.

William Moncada

Compartió con Kid Pambelé y le escribió un cuento

Tal fue la gratitud y la placidez con que vivió esas noches decembrinas, que se convirtieron en fuente de inspiración para plasmar en un par de cuentos-poemas, como los llama, todo lo que representa la navidad y su ambiente festivo, mezclado con sus vivencias en la calle: ‘Las navidades del negro Palenque’, en homenaje al legendario boxeador palenquero Kid Pambelé -con quien compartió noches de consumo-, y ‘La Navidad de la abuela Clofer’,  exaltando las celebraciones en familia.

Unas celebraciones que había dejado de lado, a los 25 años, cuando seducido por la marihuana y las drogas psicoactivas, terminó en las calles bogotanas luego de perder el trabajo en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, en el que durante casi diez años, llevó una doble vida permeada por el consumo.

‘’Era la generación hipiie, la del amor y la paz. En el 83 pierdo el trabajo y ahí se rompe todo; dejo esa doble personalidad en la que trataba con ladrones en la calle y con la gente en la oficina. Era una doble cara que después puse en un cuento llamado ‘Las máscaras de la vida’.

A continuación, el tuit de Integración Social con la historia de William Moncada.

Fue de los últimos que salieron de El Cartucho

William Moncada, quedó literalmente, en la calle y conoció los rincones más profundos de la ciudad empujado por la drogadicción.  ‘’Eso es lo que me lleva a conocer El Cartucho, La 15, La Letra, La Ele; en fin, lo que es el Bronx”, reseña y sostiene que fue uno de los últimos en salir de El Cartucho, poco antes de que acabara de ser demolido.

‘’Recuerdo que me dije: ‘se acaba El Cartucho y yo dejo la droga’. Así fue, paré un año, y terminé en una clínica en Chía, lo que me llevó a ser un loco consciente y escribí varias cosas, participé en el periódico de la clínica, hice eventos, pero volví a caer. En 2007 recaí y me hundí más en el fango de la droga’’, afirma William.

Así pasaron 5 años en los que consumió de todo, hasta bazuco, al que considera una de las peores adicciones, luego de iniciarse fumando marihuana, cuando apenas tenía 10 años, para que sus amigos de la cuadra, por ser de los más altos, no le hicieran mofa o lo que hoy llaman bullying.

Aquí, una fotografía de William Moncada dando testimonio de su recuperación.

Willliam Moncada

‘’En ese momento me tocó Dios''

En 2012, dice haber recibido un llamado divino, después de ser llevado por la policía a una Unidad Permanente de Justicia, UPJ, por estar durmiendo en la calle. Allí, Alejandra, una joven que prestaba servicio social, después de darle agua de panela con pan, lo invitó a ir a una iglesia el siguiente domingo. "En ese momento me tocó Dios y yo dije voy a ir a esa iglesia a ver qué pueden hacer por mí’’.

Ese día conoció a dos jóvenes que estaban haciendo un proceso de recuperación en el Centro Oasis y se decidió a buscar ayuda, ‘a pedir una cama porque estaba cansado de la calle’, reitera.

‘’Mi último apartamento a la intemperie fue en Maloka, en la tacita de plata. Yo salía del patio me iba y me rebuscaba la plata, no reciclaba, no consumía y llegaba a Maloka donde estaban los cuenteros; les ayudaba a recoger la basura que dejaban los que escuchaban, y cuidaba los carros y me conseguía 6 o 7 mil pesos, pero ya solo los gastaba en comida’’, asegura.

Un taller lo ayudó a cambiar

El puntillazo final a su adicción, que duró 45 años, se lo dio luego de escuchar el primer taller que recibió en Integración Social. "Se llamaba ‘Cómo el habitante de calle saca la basura y come’. Y dije: ‘Uyyy, cómo así…yo hago todo eso, yo llegué hasta allá’. Yo sabía lo que hacía, pero no lo había visualizado. Y ese día, salí y saqué del maletín que tenía, una paca en la que reciclaba y la boté y dije: ‘no vuelvo a reciclar’. La basura era mi fuente para el consumo”.

De ahí nació un poema que tituló ‘El mundo de la droga’.

En el mundo de la droga estaba

con deseos de cambiar.

No quería o no podía,

la droga me envolvía

y pensaba que con ella moriría.

Una luz divina mi mente iluminó

mi vida la cambió…

El costal boté, el bazuco se llevó

Hoy vivo lleno de paz armonía y felicidad

¡Gracias Dios por manifestarte en mi

y darme esas ganas de vivir!

Después de casi un mes, yendo y viniendo, sin consumir, llegó ese 7 de diciembre, esa noche de las velitas, que le cambió la vida en un proceso que complementó con su vinculación a la Comunidad de Vida Hogar El Camino, donde estuvo 9 meses y se liberó de esa dependencia de la calle y de la droga, y se apegó a su afición por las letras, aumentando su producción literaria.

Aquí, un afiche con uno de los poemas de William Moncada.

Poema

En esa comunidad de vida, los ciudadanos habitantes de calle que deciden seguir en proceso de recuperación, cuentan con un espacio para fortalecer  sus hábitos saludables en un espacio que les permite rediseñar su proyecto de vida, recobrar sus redes familiares y formarse en oficios que les concedan la posibilidad de ser autónomos y alejarse definitivamente de la habitabilidad en calle.

Recibió mención de honor de BibloRed por una crónica 

‘’Lanzan el primer concurso de crónica y poesía de Biblored. Participé en crónica y gané una mención de honor con una titulada ‘Breve historia del barrio Santa Inés’, una historia del famoso Cartucho, de cómo nace, cómo crece y cómo muere. Ese fue primer logro literario’’, dice y agradece a su gran amiga Ángela García, quien promovió su participación en talleres de escritura.

Desde entonces no ha dejado de escribir, y otra crónica, que fue publicada en un diario nacional, le ayudó -a los 65 años- a conseguir el trabajo que hoy tiene como auxiliar logístico, sin olvidar su pasión por las letras, que combina con los talleres que dicta en Integración Social para motivar a aquellos que como él han sido golpeados por las drogas psicoactivas.

Aquí, una foto de Integración Social en la que William ofrece un taller en sus instalaciones.

William Moncada

“El arte hace parte de la liberación y la poesía han sido mi salvación’’, les dice, buscando inspirarlos, no solo con su pluma, también con su ejemplo y termina leyéndoles, ‘Las navidades del negro Palenque’.

Esta es una de tantas navidades que el negro Palenque celebra en medio de la droga, la basura, el alcohol y su miseria humana. Como todas las navidades entra a su cambuche, saca un costal y se va en busca de su Navidad. Galletas y comida echa en el costal.

Se devuelve al parche donde el combo lo espera. Se encuentra a un anciano que lo llama y le dice: ‘Toma este regalo de Navidad, pero prométeme que lo destapas a las doce de la noche, como es la tradición.

El negro Palenque lo mira, le da las gracias y dice: ‘Así lo haré’.

Llega al parche donde el combo lo espera. Les dice que prendan el fogón para hacer el sancocho de Navidad y mientras el sancocho está sigue la rumba a su manera.

Son las doce, se dan la feliz Navidad, sirven el sancocho en las vasijas tradicionales: tarros, botellas plásticas y demás. 

El negro Palenque entra a su cambuche, coge el regalo, lo destapa con ansiedad y encuentra una ropa, un libro y un mensaje que dice: ‘Busca a Dios y mejores navidades tendrás’’.

William Moncada

Si estás interesado en conocer cómo iniciar un proceso de recuperación puedes comunicarte a la línea de habitante de calle 601 3206594 o dirigirte, en cada localidad, a la Subdirección Local de la Secretaría Distrital de Integración Social.