La revista francesa Conflits realizó un perfil de la alcaldesa de Bogotá para su nuevo número:
Entró en función el primero de enero de 2020 en reemplazo del liberal-conservador Enrique Peñalosa. Claudia Nayibe López Hernández no es una novata en política, fue Senadora en 2014 como miembro del partido Alianza Verde. Ecologista, progresista, socialdemócrata y feminista, aprovechó la ola de descontento que vivía el país en 2019 para imponerse de facto como el segundo personaje más importante del país.
Manifestaciones estallaron al final de ese año cuando multitudes de ciudadanos protestaban contra el presidente Iván Duque – posesionado desde 2018 – y le demandaban cambios en sus políticas económicas, al ser consideradas demasiado liberales en un contexto de aumento del desempleo. También reclamaban el cumplimiento del acuerdo de paz firmado entre el exjefe de Estado Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC en 2016, al cual Duque siempre ha criticado con vehemencia. Hubo un sinnúmero de reivindicaciones que se sumaron en las protestas, tales como el rechazo a la corrupción y al asesinato de líderes sociales.
En las elecciones locales de 2019, los sectores conservadores que se apoyan sobre la presidencia de Iván Duque retrocedieron de manera sostenida en Bogotá y en bastiones históricos como Medellín, López fue electa solo con el 35,2 % de las votaciones.
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Entre continuidad y cambios
El 17 de diciembre de 2019, a menos de dos meses de haber sido electa alcaldesa de Bogotá, Claudia López anunció en Twitter su matrimonio con la senadora Angélica Lozano, quien ha sido su pareja durante varios años. Reveló fotografías de la noche de la boda realizadas por un fotógrafo profesional, una verdadera revolución en un país que, a pesar de haber legalizado el matrimonio entre parejas del mismo sexo desde el 2016, aún está marcado por el catolicismo.
Según una encuesta del 2011, un 94,1 % de la población colombiana se considera creyente y un 58,2% se reconoce como practicante. Un porcentaje que no va a cambiar en años y por el cual los analistas consideran que la secularización de la sociedad no ha llevado al país a un crecimiento del ateísmo o la indiferencia religiosa. Además, para un 85% de los ciudadanos la religión juega un papel muy importante en la vida cotidiana. Es solamente con la Constitución de 1991, que está todavía en vigor, que el país dejó de reconocer el catolicismo como única religión.
Itinerario de una hija del pueblo
Es en este escenario que Claudia López gana la capital del país, una hazaña para nada menospreciable dado el peso demográfico de Bogotá con 7,7 millones de habitantes. Nacida en 1970 dentro de una familia de siete hijos en la reducida clase media, hija de una profesora, López es una estudiante brillante que realizó sus estudios en su país natal antes de terminarlos en Estados Unidos gracias a que ganó la Beca Fulbright.
Vinculada al movimiento estudiantil Séptima Papeleta, que promovió la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, participó en las causas por los derechos de las personas homosexuales y transexuales. Como periodista para el periódico El Tiempo, reveló varios hechos de corrupción que la llevaron a un conflicto con la familia del futuro presidente Santos, dueños de esa publicación. Su contrato fue cesado en 2009.
Una personalidad atípica
Claudia López encarna la indignación contra todas las élites políticas tradicionales de un país que no se salva de problemas como el desvío de fondos públicos, como en el caso Odebrecht del que se sospecha que se financió la campaña de Juan Manuel Santos en 2014. Una mujer homosexual y joven defendiendo ideas de izquierda es algo que se ve diferente en un país marcado por la derecha por lo menos desde 1998, pues todos los presidentes electos desde ese año se suscriben en esa línea política.
Ella es cercana al progresista Antanas Mockus un candidato vencido en la vicepresidencia en 1998 y en la presidencia en 2010, alcalde de Bogotá en los periodos 1995-1996 y 2000-2004. En 2018 López sueña con un cargo nacional de gran escala mientras se vuelve la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, quien aspiró a ser electo Presidente de la República y terminó tercero con el 24 % de los votos. En la segunda vuelta apoyó al candidato de izquierda Gustavo Petro, quien terminó derrotado por Iván Duque.
Claudia no es la primera mujer que dirige a Bogotá, antes de ella estuvieron María Fernanda Campo (entre mayo y junio de 2011), Clara López de Obregón (entre 2011 y 2012) y María Mercedes Maldonado (en abril de 2014), quienes ocuparon el puesto por designación presidencial. Sin embargo ella es un caso particular, pues es la única que ha sido electa por voto popular siguiendo una línea de alcaldes progresistas que dejaron su huella en la capital, como Antanas Mockus, el ecologista Paul Broomberg y Gustavo Petro.
Los grandes desafíos de la Alcaldía
Su estilo marcado por el rechazo a las oligarquías tradicionales de las grandes familias que gobernaron el país, le vale una popularidad que todavía es muy alta con el 89% de opinión favorable. No obstante, la tarea de Claudia López es enorme, pues debe gestionar una metrópolis donde perviven secuelas del conflicto con las FARC (1964-2019): centenares de miles de familias se instalaron en la ciudad durante décadas para huir de la guerra entre esta guerrilla marxista y el gobierno, lo que ha provocado grandes distorsiones en materia económica, de urbanismo y en seguridad. Durante los últimos 5 años, alrededor de 400.000 venezolanos escogieron a Bogotá como su lugar de exilio, intentando escapar a la miseria y la violencia que golpean a su país de origen.
Toda una hazaña en un país como Colombia, golpeado por el narcotráfico pero que se modernizó y se reestructuró en los últimos 10 años como guardián de la ecología y del uso razonable de los recursos naturales. La capital colombiana debe hacer frente a nuevos desafíos como la contaminación atmosférica, el proyecto de construir una red de metros, un asunto aplazado desde 1950 que tiene a los bogotanos movilizándose todavía en carro particular o en bus.
Claudia López busca reforzar la oferta de ciclovías y ciclorrutas del Distrito que ya cuenta con 550 kilómetros de infraestructura de ese tipo. Busca, además, avanzar en un programa de redistribución fiscal en una ciudad donde 350 mil hogares están en situación de pobreza, un problema que se acentúa por la pandemia del coronavirus COVID-19 que se intensificó en América Latina a partir de mayo de 2020.
Con su secretario de salud, Alejandro Gómez y el responsable de Hacienda Juan Mauricio Ramírez, no solo deben garantizar atención en salud para los habitantes más pobres, sino algunos recursos de sostenimiento, especialmente para quienes se vieron forzados a quedarse en casa. Ese es el sentido del programa Bogotá Solidaria en Casa, que se volvió necesario a partir del confinamiento temprano en la ciudad, que además frenó numerosas actividades como la operación del aeropuerto El Dorado que es el principal de Colombia.
En este ambiente de incertidumbre social, de retroceso económico y de malestar creciente frente a las instituciones clásicas, la nueva alcaldesa de Bogotá podría imponerse como el nuevo rostro de su nación. No obstante, si Colombia quiere cambiar el paisaje parlamentario, deberá poner fin a una tradición de derecha liberal-conservadora que aún está muy arraigada en la política.